Una reflexión muy interesante de Sergio Minué, que en estos momentos de desmantelamiento de la universalidad de nuestro sistema sanitario nos ayuda a no olvidar la importancia del compromiso personal en el acompañamiento de aquellos que necesitan ayuda. Hay que defender los logros del sistema, atreverse a ensayar propuestas para mejorarlo... y asumir la "milla extra" de la que habla el texto, ese algo más que siempre se puede hacer, que nos empuja a no abandonar a nadie a su suerte, a no tirar la toalla.
"La historia de la herida de Manuel fue publicada en JAMA
hace menos de un año por parte del estudiante que le atendía (Rafelson)
y el tutor del mismo (Rajput). Manuel es una persona sin seguro
sanitario que acudió a una clínica de estudiantes de medicina en Camden
(Nueva Jersey). Allí,desde 1994, estudiantes de medicina supervisados
atienden a pacientes sin aseguramiento. La herida de Manuel, anodina,
pequeña, escondía un melanoma, subsidiario en países civilizados de
recibir tratamiento con cirugía y quimioterapia. En esos casos, la tarea
de los estudiantes no es solamente acicalar y largar ( en la terminología del Gordo, el médico cínico de La casa de Dios),
sino acompañar a los pacientes proscritos en el largo camino
burocrático a la búsqueda de una autorización para ser atendido. Para
Rajput el buen médico cumple tres principios: “escucha al paciente, se
preocupa por él y hace una milla extra”. La milla extra es pensar
siempre que más puedes hacer por tu paciente. La que implica acabar
practicando la medicina en el límite de la ley, sorteando normas
inhumanas, pidiendo ayuda a los colegas, incurriendo en irregularidades
con la esperanza de que nadie repare en ellas.
Cuando realicé un comentario en agosto pasado sobre este caso ( UIP y VIP en el País de las Maravillas)
nunca pensé que una situación semejante pudiera suceder en el sistema
sanitario español. El caso de Alpha Pam, el inmigrante senegalés muerto
hace unas semanas aquejado de una tuberculosis (al que seguirán otros si
no lo remediamos) es buena demostración de que los cambios en los
sistemas sanitarios pueden ser fulgurantes.
Por desgracia en España no disponemos de programas como el Health Outreach Project
que permiten a estudiantes atender, bajo supervisión, a pacientes
excluidos de la atención clínica. El que los “parias” puedan recibirla
depende de que el médico de familia se acoja a la objeción de conciencia
( siguiendo una iniciativa ejemplar de la semFYC), a que el
administrativo regatee las normas que le imponen desde arriba, y a que
el servicio de diagnóstico correspondiente falsifique la tramitación de
la petición para poder realizar la prueba.
El Real Decreto Ley 16/2012, establece que “los
extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España
recibirán asistencia sanitaria de urgencia por enfermedad grave o
accidente, cualquiera que sea su causa, hasta su situación de alta
médica”. Pero, ¿qué es una urgencia?, ¿cuándo una enfermedad es grave?, ¿quién lo determina?.
Una
tos, una fiebre inespecífica puede ser síntoma de un proceso infeccioso
respiratorio viral, que todos padecemos cada invierno sin acudir al
médico. Pero también la primera manifestación de una neumonía, una
tuberculosis, un cáncer. Un dolor torácico en un emigrante ilegal puede
ser resultado de la ansiedad que quizá genere su situación; pero también
una angina inestable que quizá requiera un cateterismo ( caro,
complejo) para su diagnóstico. Es el médico y el resultado del proceso
diagnóstico “completo” el que permite diferenciar el grano de la
enfermedad urgente de la paja de las dolencias triviales.
Por lo que
se deduce de las intervenciones realizadas en el caso de Alpha Pam, la
determinación de la urgencia o gravedad de un síntoma lo determina su
resultado. Es la muerte del excluido lo que deviene en procedimiento
inadecuado, en infracción de la ley. Ley que también se infringe si los
profesionales actúan en cumplimento de su deber deontológico de atender a
los pacientes que buscan en ellos atención, desobedeciendo
instrucciones derivadas del Real Decreto.
No ha hecho falta un año
para demostrar dolorosamente los graves efectos adversos del RDL
16/2012: las barreras a la atención sanitaria para los excluidos, el
agravamiento de la ley de cuidados inversos de Tudor Hart ( los que más
necesitan asistencia son los que menos la reciben), el miedo, la muerte.
Y además, los riesgos para la salud pública de los asegurados, nosotros
los privilegiados, que tampoco estamos a salvo de las consecuencias que
tendrá para nuestra salud dejar de atender a “los que no existen” para
el sistema sanitario español.
Cesar al gerente, expedientar a los
profesionales, es la medida que cabría esperar de un país regido por
Reinas de Corazones, deseosas siempre de cortar cabezas, por errores que
solo cometieron ellas. La responsabilidad de lo ocurrido en Mallorca es
evidente, y recae en la persona que propuso la norma, y el consejo de
gobierno que lo aprobó."
No hay comentarios:
Publicar un comentario