19 dic 2016

Claves de la salud

Del Colectivo Silesia no hay que perderse nada de lo que publican. Como muestra, el botón de este post de Javier Padilla sobre cómo se interrelacionan el trabajo, los bajos ingresos económicos y la salud, ahora que la nueva ministra del ramo sanitario apunta al empleo como la clave de una buena salud. 

El empleo como tarjeta sanitaria.



Cuando uno piensa en cómo hacer que sus servicios públicos sean justos, equitativos o la palabra que queramos usar para decir que estén alineados con la corrección moral que la sociedad quiera dar a dicha distribución, se hace tres preguntas: ¿qué voy a repartir? ¿entre quiénes voy a repartirlo? y ¿cómo voy a hacerlo?
En el caso de la sanidad, el qué en disputa en los últimos años ha sido el derecho a la asistencia sanitaria, el cómo se ha ido haciendo de diferentes maneras según el lugar, pero la verdadera clave está (y estará) en el entre quiénes.
La evolución de nuestro sistema sanitario ha sido la de evolucionar hacia una universalización gradual de la cobertura que, a partir del año 1999, trataba de desvincularse del papel regulador del trabajo; esto es, la transición de un modelo de seguridad social a un sistema nacional de salud daba un paso fundamental en el paso de “asegurado” a “sujeto de derecho”, pasando del “asegurado porque cotiza -porque tiene empleo remunerado- al “sujeto de derecho porque es miembro legítimo* de la sociedad”.
El empleo como llave que todo lo abre.
El empleo (tenerlo o no, y en el caso de tenerlo cuáles sean sus condiciones) es un determinante de salud; eso es algo que tenemos claro. Lo que no acabamos de ver tan claro es que además de determinante de salud sea llave para el acceso a servicios públicos que garanticen la posibilidad de vivir -pensión, asistencia sanitaria,…-. Este deriva es la que Guillermo Zapata describía magistralmente hace dos años en un artículo de eldiario.es:
El workfare vendría a ser la fórmula neoliberal del wellfare (el estado del bienestar de toda la vida) y se basa en vincular los derechos principalmente a dos campos: el empleo y la nación.
Este workfare es el que hace que en los últimos años la asistencia sanitaria en España haya fortalecido su vinculación con la Tesorería de la Seguridad Social y ya no sea la pertenencia a la sociedad la que haga de llave de entrada para la obtención del derecho a la asistencia sanitaria, sino que es el beneplácito de la institución recaudadora de las cotizaciones ligadas al trabajo la que lo hace.
En su primera intervención como Ministra de Sanidad, Dolors Montserrat hizo una defensa de la creación de empleo como forma de garantizar la expansión de la cobertura sanitaria y, en general, el sistema de bienestar… se le olvidó añadir que ese sistema de bienestar quedaría acotado a las personas que “disfruten” de esos empleos.
Partimos de la base de que 1) el empleo continúa configurándose como la puerta de entrada a los derechos sociales, 2) el empleo supone un determinante de salud fundamental, 3) la falta de empleo -¿o más bien de recursos?- se relaciona con peor salud y la tendencia es a vincularla con falta de acceso al sistema sanitario -y otros servicios públicos- y, fundamentalmente, 4) vamos hacia (eufemismo de un futuro muy presente) la era de la no existencia de empleo para toda la población.
Rentas mínimas, rentas básicas y salud… ¿qué sabemos de esto?
Con todo esto podemos afirmar que estamos configurando un sistema en el cual la puerta de acceso es una por la que no vamos a caber todxs… a no ser que se abran puertas alternativas. Una de las puertas alternativas que se plantean, dentro del intento de desvincular empleo y derechos, es la implantación de una renta básica (más o menos incondicional, según autorxs) que desvincule la necesidad del empleo de la subsistencia y desarrollo de una vida que pueda ser digna (este enfoque de dignidad de la vida vinculado a la salud es el que se defiende en un artículo publicado en 2007 en la revista Ciência $ Saúde Coletiva narrando la experiencia brasileña de expansión de rentas y su vinculación con la salud).
¿Qué sabemos de cómo repercurtiría este cambio de foco en la salud de las personas y las poblaciones? La literatura sobre los efectos de una renta básica sobre la salud no es muy prolija, aunque sí hay más datos sobre los beneficios para la salud de poner recursos económicos en las manos de las personas que no los tienen.
Recientemente fue publicada una revisión sobre “El impacto de las rentas mínimas en la salud poblacional: evidencia de 24 países de la OCDE”. Esta revisión no habla de rentas básicas sino de rentas mínimas, pero alguna de sus conclusiones pueden ser interesantes para ver por dónde pueden ir los efectos de la expansión en cobertura y no-condicionalidad de estas iniciativas. En el artículo se afirma que incrementos del 10% en una escala de valoración de la “bondad” de la renta mínima se relacionó con disminuciones de la tasa de mortalidad y con incrementos de 0.44 años en la esperanza de vida; los ámbitos de impacto de estas rentas mínimas en materia de salud que se mencionan en el artículo van desde la disminución de la pobreza, la reducción del porcentaje de población con necesidades médicas no cubiertas por motivos económicos, la tasa de tabaquismo o la prevalencia de sobrepeso.
En relación con rentas no condicionales en 2014 la revista PLoS One publicó un artículo titulado “Impact of the non-contributory social pension program 70 y más on older adults’ mental well-being.”; en él se redactan las siguientes conclusiones:
“Estos resultados sugieren que una renta no condicional en personas mayores tiene un impacto más allá de la esfera económica, llegando a impactar incluso en el bienestar mental. Este efecto podría explicarse por los sentimientos de seguridad y bienestar producidos por la pensión. Es recomendable que los gobiernos inviertan en universalizar los programas de pensión no contributivas para asegurar una renta básica en las personas mayores”
Probablemente el experimento mejor documentado en relación con los efectos sobre la salud de renta básica no condicional de base individual fue el llevado a cabo a mediados de los años 70 en un pueblo de Canadá: Dauphin, donde se observó cómo una renta individual, no condicional y periódica disminuyó las consultas médicas por problemas de salud mental y los ingresos por accidentes y lesiones. Estos resultados se han visto refrendados por algunas experiencias y experimentos posteriores.
En un artículo recientemente publicado en el BMJ “A universal basic income: the answer to poverty, insecurity, and health inequality?” se aborda nuevamente este tema abundando en los ejemplos al respecto.
Si está bien documentado que la baja renta, la desigualdad social y la inseguridad laboral se relacionan con malos niveles de salud, parece lógico pensar que medidas encaminadas a aumentar la renta, disminuir las desigualdades sociales y hacerlo de forma no condicional, esto es, incrementando la seguridad al respecto de la misma podrá tener un efecto positivo sobre la salud de la población.
El empleo no puede ser la llave que abra las puertas de una vida digna, especialmente cuando el empleo es un fenómeno probablemente en vías de extinción (o al menos de escasez). Contradiciendo a lo que dijo la ministra de sanidad, servicios sociales e igualdad, probablemente la mejor forma de garantizar la salud de la población y la sostenibilidad social de nuestros servicios públicos sea logrando que la gente no tenga que desempeñar trabajos de mierda para poder acceder a los servicios públicos fundamentales.
(*) esta “legitimidad” es lo que hace que el poseer el derecho a la asistencia sanitaria haya ido fluctuando hasta llegar a cada vez más gente hasta que en el año 2012 se restringió nuevamente y tomó un cariz mucho más ciudadanista, excluyendo a aquellas personas en situación de irregularidad documental.

28 nov 2016

Expertos/as en Salud y Vivienda


Desde que el 15M cuajó en los barrios paralizando desahucios, la cuestión del derecho a la vivienda ha ocupado un lugar central en el debate social. Pasamos de un momento anterior en el que la vivienda aparecía identificada como inversión segura y rentable a otro tiempo en el que de repente parecíamos tomar conciencia como país en el que no todas las personas tenían garantizado el acceso a la misma.

Sin embargo los desahucios hipotecarios no hacían sino añadir nuevas familias y colectivos a un saco en el que desgraciadamente algunas otras personas llevaban ya mucho, mucho tiempo. No hay más que constatar que el Día de las Personas Sin Hogar, celebrado estos días, va por su edición número 24 en España. Los datos que ofrece Cáritas son escalofriantes: 40.000 personas en situación de calle, más 3,6 millones que viven en una situación de vivienda insegura (sin título legal, con notificación de desahucio o bajo amenaza de violencia) y 5 millones que residen bajo un techo inadecuado(en estructuras temporales, asentamientos o chabolas, sin acceso a los suministros básicos o en hacinamiento). Y aunque el imaginario social sólo piense en el primer grupo cuando hablamos de personas sin hogar, según la clasificación ETHOS, que es la más reconocida a nivel europeo, todas estas realidades están incluidas bajo este paraguas.

¿A qué esperamos? ¿No son cifras suficientemente catastróficas? ¿O es que seguimos sin ser conscientes de lo que supone el no tener acceso a una vivienda digna, como si esto fuera algo secundario o circunstancial?

Cuando en algunas situaciones se han producido suicidios ante la amenaza de un desahucio, de repente nos damos cuenta de que hay algo más en juego: no se trata solo de ladrillos y canalizaciones, sino que la propia vida humana se pone en jaque. Pero más allá de estos casos extremos, la vivienda es un determinante fundamental de la salud, algo ya señalado hace bastantes años por diferentes grupos e investigadores (para muestra el trabajo de "Vivir en San Diego" realizado en Vallecas en 1994). Desde la Unión Europea se recoge el interés renovado que hay por este tema, y así uno de los campos incluidos en el Proyecto Sophie (que estudia el impacto de las políticas estructurales en las desigualdes sociales en salud) es el de la vivienda junto con la pobreza energética.

Poco a poco vamos sumando evidencias, clarificando algunas cosas, pero... ¿Porqué no llegar hasta el final para entender de verdad el problema? ¿Porqué no sumar los diferentes saberes y conocimientos, y no sólo los que vienen de la academia o de la práctica profesional, incorporando a quienes sufren las situaciones de inadecuación o falta de acceso a la vivienda no sólo como informantes, sino como parte del equipo investigador?

Desde esa clave venimos trabajando en ATD Cuarto Mundo desde siempre, y desde esa premisa lanzamos hace dos años una dinámica que ha cuajado hoy por hoy en la Asamblea por la Vivienda Digna para Todas las Personas. Dos años que han dado para aprender mucho juntxs, para reconocer lo que cada persona de las que participa en esta apuesta puede aportar.

Así, Javi, que se quedó fuera del realojo del barrio de chabolas en el que vivía hace 15 años, y que lleva desde entonces a salto de mata entre casas de familiares, furgonetas y prefabricados, nos ha permitido entender mejor que nadie las diferentes barreras que existen en los mecanismos de solicitud de vivienda social, y como, según sus palabras "quien está peor es al que más difícil se lo ponen. Cada cambio de la normativa nos ha castigado más a quienes peor lo tenemos".

Pero Javi también explica muy bien cómo esta situación afecta a su salud: "Ya no tengo fuerzas. Llevo tantos años luchando por encontrar una solución, por encontrar una salida, que ya estoy agotado. Cada vez que intento dar un paso adelante, no sólo no lo consigo, sino que muchas veces las cosas se vuelven contra mí y termino peor de lo que empecé. ¿Sabes lo que significaría para mí poder salir a buscarme la vida sabiendo que cuando vuelva mis hijos estarán allí, seguros, jugando o durmiendo, pero protegidos? ¿Sabes lo que sería poder irme sin miedo a que les pase algo, o a que venga la policía? ¿Poder cerrar y abrir la puerta con confianza? Mi cuerpo ya no puede más. Muchas veces siento un dolor fuerte aquí, donde el corazón, como si me fuera a explotar. Y siempre estoy de mal humor, ya no tengo ganas de nada, ni siquiera de estar con mis hijos, que son los que siempre me han hecho que siguiera hacia adelante. Esto me está matando. No se puede vivir así, de esta manera. Es todo esto que vivimos, esta impotencia. Eso es lo que me está matando".

Alfredo, otro participante en el grupo, lleva diez años sin vivienda desde que salió de la de su madre con su mujer y su hijo, y para evitar la ruptura de su familia no ha encontrado otra opción que ocupar pisos vacíos. Mientras tanto ha seguido solicitando vivienda social, hasta que se cansó de no obtener respuesta pese al gran esfuerzo que le suponía recabar toda la documentación que le pedían. Ahora, en la última vivienda en la que está, el banco propietario le ofrece un alquiler social.

Su experiencia le permite señalar algunos elementos claves respecto a las políticas de vivienda "de especial necesidad". Por un lado, la falta de responsabilidad de la administración pública respecto a estas realidades: "Llevo toda la vida solicitando una vivienda pública, y nunca he obtenido respuesta. Y al final mi única opción de tener una casa depende de que un banco decida ser bueno conmigo". Por otro, que las soluciones temporales, como las que se plantean en el Plan de Viviendas de Emergencia Social de la Comunidad de Madrid, no sirven: "Cuando se está en la pobreza desde siempre, para poder salir adelante y sacar la cabeza necesitas una seguridad, un tiempo, el saber que vas a estar en un mismo sitio sin miedo a que te echen al día siguiente. Porque si no tienes esa seguridad no te atreves a intentar cosas, por miedo a que luego todo tu esfuerzo no valga para nada. Y, si tuviéramos esa seguridad, necesitaríamos varios años para poder ir poco a poco recomponiendo nuestra vida".

Miedo, soledad, inseguridad, impotencia... Palabras que se repiten una y otra vez, y que me hacen recordar esos dos elementos señalados por Marmot como claves en relación a la salud: el ser capaz de actuar, de decidir en tu propia vida, por un lado, y el ser parte de redes, el estar con otras personas, por otro.

Por eso me pareció muy potente el que el año pasado, como primer lema de la Asamblea por la Vivienda Digna para Todas las Personas, surgiera este: "Juntos perderemos el miedo para luchar por nuestros derechos". Y esa ha sido nuestra búsqueda, el construir juntxs, el aprender mutuamente y buscar como actuar colectivamente. Así, cada unx hemos aportado nuestro conocimiento y saber hacer: Eva sus conocimientos de urbanismo y su contacto con jóvenes en la Universidad, Rosa su buen dibujar y su experiencia de lucha desde unas condiciones de vida muy difíciles, José su activismo y contacto con todas las redes de lucha por la vivienda habidas y por haber, Pedro su buen humor y presencia en un barrio popular como Vallecas desde pequeño, Lourdes su capacidad para animar reuniones grupales y su experiencia como trabajadora social en zona con problemas graves de exclusión y convivencia, Pilar su conocimiento desde dentro de las instituciones, Carmen su experiencia como realojada en un lugar que no respeta su cultura ni costumbres...

Un lujo, está siendo un lujo poder formar parte de este verdadero comité de expertos/as. Es mucho lo que se puede aprender cuando nos atrevemos a crear las condiciones para poder trabajar en común. Y es desde está base desde la que lanzamos el proyecto de producir un informe, "Realojando Derechos. Diagnóstico y Alternativas en la Lucha por la Vivienda", que recoja todas esta experiencia acumulada y la ponga en diálogo con otras como la del barrio de Las Sabinas, en Móstoles, pendiente de un desmantelamiento que puede dejar a más de la mitad de las familias en la calle.

Queremos seguir haciendo camino, llegar más lejos en nuestra lucha por el derecho a la vivienda sin exclusiones, sin dejar a nadie fuera. Pero para eso necesitamos apoyos, económicos y personales. Por eso esta campaña de crowdfunding. Por eso os esperamos.









2 oct 2016

Escuchar

Un texto que aporta luz, y mucha, sobre cómo acompañar y recibir a la otra persona. Un regalo de Romualdo Jardón encontrado en el blog cuarteles de invierno.


"La empatía no es ponerse en lugar del otro. Eso es imposible. Uno no puede saber, si no lo ha sufrido, qué se siente cuando se muere un hijo, cuando te dicen que tienes cáncer, cuando te desahucian, cuando la vejez se lleva la libertad, cuando no tienes dinero para dar de comer a los tuyos, cuando te pega tu marido, cuando sufres un accidente de tráfico o cuando tu mujer se va con otro. Además, los médicos somos clase económica y cultural alta. Existen problemas que sufren las personas que nos consultan que ni imaginamos, mucho menos vamos a ser capaces de entenderlos. Pensar lo contrario forma parte de la soberbia que nos adorna a la mayoría. Y es que intentar ponerse en los zapatos del otro conduce, en demasiadas ocasiones, a errores que dinamitan la relación con el paciente. Corres el riesgo de creer que está triste, cuando está enfadado, rabioso cuando resignado, alegre cuando ansioso. Empatía es otra cosa. Empatía es generar y favorecer espacios y tiempos en los que la persona, de un modo seguro, tranquilo y confiado, pueda expresar cómo se siente y lo haga usando el canal que considere más adecuado (hablando, pintando, llorando, escribiendo, callando…)."


Romualdo Jardón
Mentiras perversas de la medicina humanista
  Ed. Renoir
Bogotá. 2000

14 sept 2016

Sobre la ciudadanía biológica

Leer a Didier Fassin siempre resulta una aventura, porque no para de abrir ventanas y cerrar las salidas fáciles para cuestiones que muchas veces cerramos en falso. Por eso su documento "El hacer de la salud pública" debería ser lectura obligada para todas aquellas personas a las que interese el tema. Acá rescato el final, en el que extrae las consecuencias de una serie de casos de saturnismo en casa de bajas renta que salieron a la luz en Francia en los años 90 y que terminaron con un cambio legislativo a finales de esa década:

"La salud pública es esta actividad cultural por la cual un hecho biológico – la intoxicación por plomo de los niños- es construida como hecho social. Una  epidemia de saturnismo infantil. Con su cifras e imágenes, sus características económicas, sus modelos etiológicos y sus respuestas prácticas. Pero también es, de manera simétrica, esta actividad cultural por la cual un hecho social- la precarización económica y jurídica de las familias inmigrantes y su marginalización en los segmentos más insalubres de las habitaciones- puede ser leído como un hecho biológico. A saber, una enfermedad de la cual se reconstituye su trama para combatirla. Es decir, es también política.

(...)

Si aceptamos que la salud pública, como situación, es también producida socialmente por las condiciones de existencia y los modos de vida, por el ambiente doméstico y el medio de trabajo, y de manera más global, por los grandes procesos que estructuran nuestras sociedades, entonces la dirección de intervención resulta claramente indicada. Se trata de hacer la lucha contra las desigualdades sociales, como prioridad y como grilla de lectura e instrumento de evaluación de la acción pública, y más específicamente, de la salud pública. ¿Cómo reducir las desigualdades? Esta debería ser la pregunta acuciante de toda política social o sanitaria, en lugar de:¿cómo mejorar un estado medio de salud? Estamos lejos de eso. La ley de salud pública del 9 de agosto de 2004, la primera tras un siglo, no considera esta propuesta, Mientras que la reducción de las desigualdades de salud es uno de los nueve principios generales anunciados, su articulación en los cien objetivos es casi inexistente. Los instrumentos para evaluar la eficacia de las acciones al respecto no existen y el ministerio de salud ha rechazado una propuesta parlamentaria, que incluía la consideración de los factores de desigualdad en salud y prefiere una formulación que se limita a las actividades de cuidado, prevención y promoción de la salud. O, como se ha visto con el saturnismo infantil, una lucha eficaz contra esta enfermedad particularmente desigual debería movilizar también a otros sectores, más allá de salud.

En fin, la dimensión política de la salud pública se puede entender en un sentido
más vasto. Detengámonos un poco. Para que el Estado se comience a preocupar por las condiciones a menudo sórdidas de las habitaciones populares, las más precarias en las habitaciones vetustas de las grandes ciudades y de sus barrios, ha sido necesario que los niños estén gravemente intoxicados y más aún, que sus casos sean objeto de publicidad, y toda la acción de las organizaciones humanitarias (no olvidemos que los dos ministros que han llevado el proyecto de ley, apoyados por las mayorías parlamentarias diferentes, son fundadores de Médicos sin Fronteras). Lo que el atentado a la dignidad humana no había provocado, se ha obtenido mediante el argumento sanitario y a veces el llamado a la compasión. Otros ejemplos pueden dar cuenta de esta evolución moral: para hacer aceptable los cuidados a los heroinómanos, se ha debido mostrar, que ellos no eran marginales peligrosos para otros y sujetos de una acción policial, sino seres psicológicamente sufrientes, con riesgo de infecciones, y necesitados de medidas médicas; para regularizar los extranjeros, cada vez más se invoca una enfermedad grave que tiene resultado, cuando todas las otras vías de recurso se han cerrado.


A menudo hoy, el cuerpo ha devenido el último recurso por el cual se justifica una acción pública, basándola en la generosidad con los más débiles y dominados. Se tiende a definir lo que Adriana Petryna llama una “ciudadanía biológica” por la cual las personas mas precarizadas encuentran un lugar en la ciudad por la enfermedad – y aún, me atrevo a decirlo, gracias a ella. La salud pública ocupa un lugar creciente en la acción pública, todos apelan a ella para hacer valer prerrogativas, y de una manera general, que la consideración de los trastornos del cuerpo se ha vuelto más presentes en nuestras vidas, en alguna medida puede ser motivo de satisfacción. Pero debemos preguntarnos sobre el significado y las implicaciones del contrato social que vincula a los miembros de nuestra sociedad, como una tendencia creciente a legitimar por el sufrimiento o la enfermedad, los derechos que debemos reconocer a los más precarios o vulnerables. Ante esta cuestión ética y política, los actores presentes y futuros de la salud pública no pueden permanecer indiferentes."


8 sept 2016

#eldañoestahecho

Para completar el artículo recogido en la entrada anterior nada mejor que escuchar a la realidad, como se lanzaron a hacer en un barrio de Mallorca, para entender mejor los efectos de criminal decreto ley que cambió nuestro sistema sanitario.


#eldañoestahecho from Marina Trigueros on Vimeo.

23 ago 2016

Sin perdón

Por su interés, copio este artículo de Juan Luis Ruíz-Giménez aparecido en Diagonal.

 

La crueldad de la sentencia del Constitucional a favor del RDL 16/2012


En 2011, PSOE y Partido Popular cambian el artículo 135 de la Constitución Española con el fin de pagar las “deudas” antes de cubrir las necesidades derivadas de los derechos sociales. A finales del año se produce cambio de gobierno y el PP consigue mayoría parlamentaria. Aprovechando la situación de la llamada “crisis económica”, tanto a nivel nacional como internacional, secundarias a las políticas neoliberales de la UE, se aplican medidas rigurosas dentro de los Planes de Estabilidad financiera que conllevan brutales recortes presupuestarios.

Una de ellas fue el Real Decreto-Ley (RDL) 16/2012 de abril de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario y la mejora de su eficiencia. Instrumento que resultó clave para el cambio en el modelo sanitario y dio lugar a la perdida en la accesibilidad universal del derecho a la asistencia sanitaria en el sistema sanitario público con la exclusión de un sector vulnerable y al replanteamiento de las prestaciones sanitarias. Con el RDL quedaron directamente excluidos del sistema las personas inmigrantes en situación irregular, los españoles mayores de 26 años en paro y, según cierto límite de ingresos, los que estuvieran fuera de España más de tres meses, las personas comunitarias no registradas y los ascendientes reagrupados por ciudadanos españoles o extranjeros. El Gobierno legisló con crueldad, jugando con un derecho, a nuestro juicio, fundamental como es el de la salud, y a su vez provocó que dicha situación fuera percibida por la opinión pública como resultado de la atención a los extranjeros y al mal uso de los servicios sanitarios.

Durante 2012, algunas comunidades autónomas, como Andalucía, Cataluña, País Vasco y Navarra, presentaron impugnaciones al RDL. Los partidos políticos con representación parlamentaria mostraron rechazo, pero sin recurrir al Tribunal Constitucional. La oficina del Defensor de Pueblo dio por bueno el RDL y, tras ello, varias organizaciones y movimientos sociales y profesionales, como Yo Sí Sanidad Universal, Amnistía Internacional, Médicos del Mundo y Marea Blanca iniciaron una batalla valiente, constante y desobediente contra el mencionado RDL. Según movimientos sociales y sectores profesionales, en estos cuatro años se ha provocado graves daños en la salud de las personas afectadas, e incluso se han pedido vidas.

Con la lectura de la sentencia del Tribunal Constitucional, he descubierto la valiosa y bien razonada impugnación del RDL 16/2012 presentada por el Parlamento Foral de Navarra (PFN). Esta administración consideraba que se estaba utilizando indebidamente un RDL para normar los derechos humanos, afectar al derecho a la protección de la salud del conjunto de la población contemplado en el artículo 43 de la Constitución, cambiar del modelo de universalidad al de aseguramiento para acceder a las prestaciones sanitarias públicas, la introducción de diferencias en igualdad ante la ley, pago de un convenio, modificar la cartera de servicios, vulnerar la Ley 33/2011 de 4 octubre General de Salud Pública, modificar la situación de los inmigrantes en situación irregular para el acceso al sistema público cambiando la Ley Orgánica 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros, vulnerar la Ley de protección de datos personales al facilitar intercambio entre Hacienda y Seguridad Social (art 4.14), inmiscuirse en competencias de las comunidades autónomas con respecto a la cartera de servicios y temas tributarios (art 12.5) y violar acuerdos internacionales de los derechos humanos.

Este 21 julio del 2016, el Tribunal Constitucional (TC) dictó sentencia contra la impugnación presentada por el PFN contra el RDL 16/2012, tanto en su conjunto como en varias de sus disposiciones. En primer lugar es muy criticable que el TC haya tardado cuatro años en dictar sentencia sobre temas que abordan derechos humanos de nuestra Constitución y que no haya tenido en cuenta las consecuencias que dicho RDL ha tenido.

La sentencia es denegatoria de la casi totalidad de las impugnaciones del PFN con excepción del punto del límite de ingresos para inclusión en el derecho a la asistencia sanitaria en sistema público. El fallo, que sigue los dictados del Abogado del Estado, avala casi por completo el RDL, es adoptado por mayoría de ocho votos con tres votos particulares discrepantes, contiene argumentos más que discutibles tanto entre los miembros del propio tribunal como para muchos sectores sociales defensores de los derechos humanos.

El TC, que debiera salvaguardar los derechos humanos de las personas que residen en España, avala la política económica de un gobierno que prefiere restringir derechos económicos y sociales de la población para cumplir con los dictados y mandatos de los grupos de poder económico y social de la UE, sin ningún respeto ni al consenso existente ni a la voluntad mayoritaria de la población.

Quisiera incidir en los puntos clave que crean doctrina:

En primer lugar, el TC aborda si el instrumento legislativo utilizado, el RDL, es apropiado para normar sobre temas que tienen que ver con derechos fundamentales como el de la protección a la salud. Es decir, si cumplía lo que está establecido en la Constitución Española (CE) en su artículo 86.1. en la que se posibilita por razones de “extraordinaria y urgente necesidad” pero en el que se recogen determinados límites que tienen que ver con los derechos humanos contemplados en la CE. Para ello tiene que existir un presupuesto habilitante y la demostración de la necesaria conexión entre la situación de urgencia definida y las medidas adoptadas para subvenirla, y que éstos estén explicita y suficientemente razonados y exista conexión con las medidas adoptadas en el RDL. La argumentación del TC es que el Gobierno justifica la “extraordinaria y urgente necesidad” en una serie de motivos, presupuesto habilitante, y que el TC lo considera suficiente y bien argumentado.

Recordemos de forma breve los motivos esgrimidos por el Gobierno para justificar la urgencia del RDL y ser aceptados como suficientes por el TC. Enfatizaba la existencia de una crisis económica sin precedentes que exigía de fuertes ajustes presupuestarios, la consolidación del déficit público comprometido por España con la Unión Europea, y que ha afectado a la sanidad pública; la importancia del gasto sanitario en las medidas de control de déficit público y la propia situación económica y estructural del Sistema Nacional de Salud (SNS), que precisaba de una reforma para abordar el déficit de las cuentas; la ausencia de normas comunes y claras respecto a la universalización; falta de adaptación de la legislación española a la normativa europea; el crecimiento desigual de las prestaciones; la falta de eficiencia; la morosidad; el abuso del turismo sanitario y los retos actuales de la asistencia sanitaria. También se apoya en los informes del Tribunal de Cuentas y en el señalamiento del incumplimiento de directivas del 2004 y de dictámenes de la UE del 2009.
Tales medidas “tienen como objetivo fundamental afrontar una reforma estructural del Sistema Nacional de Salud dotándolo de solvencia, viabilidad y reforzando las medidas de cohesión para hacerlo sostenible en el tiempo, lo que hace necesario que éstas sean aplicadas con la mayor urgencia posible”, afirma la justificación del Gobierno. Señala, además, que estas medidas permitirán reforzar la sostenibilidad, mejorar la eficiencia en la gestión, promover el ahorro y las economías de escala, ganar en cohesión territorial, coordinar los servicios sanitarios y garantizar la igualdad de trato en todo el territorio nacional con una cartera de servicios comunes.

Existen argumentos contundentes, así como evidencias claras, tras cuatro años de aplicación de la norma para poner en cuestión las motivaciones del gobierno. Numerosas organizaciones sociales han señalado su preocupación por la ausencia de un análisis más detallado y ponderado en la sentencia, que avale y documente de manera pormenorizada la “grave dificultad económica sin precedentes desde la creación del Sistema Nacional de Salud” que respalda el recorte en el derecho a la salud con impactos tan graves en la población afectada.

Los argumentos coyunturales que utiliza sobre la “extraordinaria urgencia y necesidad” responden de forma manifiesta a los compromisos políticos del Gobierno en aplicar medidas para cumplir el Plan de Estabilidad Económica Europea y hacer frente al "insostenible déficit en las cuentas públicas sanitarias". Lo cierto es que las políticas de austeridad y la de los déficits sectoriales son aplicación de políticas internacionales fraudulentas, procedentes del modelo socioeconómico imperante que responde a la infrafinanciación de los servicios públicos por las políticas fiscales, económicas y de gestión dirigidas a beneficiar a los más ricos y poderosos. No era porque se gastara mucho y mal en sanidad. El gasto sanitario público en España estaba cercano al adecuado para nuestro nivel de desarrollo.

La sentencia del TC, con tres votos discrepantes, acuerda que el gobierno tiene que poder para hacerlo y que sólo en un supuesto no hay nada que objetarle. Los votos discrepantes sin embargo argumentan contundentemente su rechazo a la sentencia, y creo y espero que puedan ayudar a plantear recursos a instancias europeas.
 
En lo que tiene ver con la nueva definición de la condición de asegurados y beneficiarios del Sistema Nacional de Salud y la consiguiente exclusión de los colectivos señalados, la opinión mayoritaria del TC considera que esta nueva definición de la asistencia sanitaria prestada con cargo a fondos públicos es una medida adecuada y con conexión de sentido para hacer frente a la situación de urgencia y necesidad en la que el Gobierno justifica el RDL, al apreciar que esta regulación tiene como finalidad “concretar, en aras al ahorro de costes y a la mejora de la eficacia del sistema, los sujetos que tienen la condición de asegurados del SNS”. Toda una nueva “crueldad”. El voto discordante va en ese sentido.

Otro tema clave es el del derecho a la protección de la salud reconocido en el Título I CE, artículo 43. La organización y tutela del derecho a la salud se encomienda a los poderes públicos a través de medidas preventivas y de prestaciones de los servicios necesarios, atribuyéndose al legislador el establecimiento de los derechos y deberes de todos al respecto (art.43.2). El precepto constitucional se ubica entre los principios rectores de la política social y económica, los cuales, formalmente, disfrutan de las garantías previstas en el artículo 53.3 CE, lo que para juicio actual del TC carece de contenido constitucionalmente esencial para que no pueda ser tratado por la legislación de urgencia, algo que impide el artículo 86.1 de la Constitución.

Es una interpretación claramente regresiva, que cambia la doctrina anterior del propio TC, como bien señalan los votos particulares, y que permite al legislador regular las condiciones de acceso y titulares de este derecho sin tener en cuenta los acuerdos internacionales de derechos humanos ni la relación del derecho a la protección a la salud con el derecho a la vida y la integridad y dignidad de la persona humana. Se olvida de aplicar el criterio que tenía sobre la indivisibilidad del conjunto de los derechos y del valor del carácter instrumental del derecho a la protección de la salud.

En este punto, el TC vuelve a resbalar al no aceptar que restringir y retirar el derecho universal a la asistencia sanitaria está dañando de forma directa el derecho a la vida, que es un derecho fundamental reconocido en nuestra Carta Magna. Aberración manifiesta, ya que existe una evidente conexión entre salud, vida, dignidad e integridad física. Considera que la exclusión sanitaria no es contraria al necesario respeto de la dignidad humana, pues la considera garantizada con el acceso a los servicios de urgencia, a los menores y mujeres embarazadas. Sin embargo, para el sector sanitario y la población en su conjunto, la falta de una atención integral de cualquier problema de salud tiene como consecuencia un importante impacto en la vida de estas personas. Desprecia la conexión entre el derecho a la salud y el derecho a la vida y a la integridad física, concluyendo que la exclusión sanitaria es “coherente y congruente con los problemas que se quieren solucionar, y la situación económica que se pretende controlar”.Por otro lado, en diversas instancias se sostiene que apartar a las personas del seguimiento sanitario y de la prevención deriva en un aumento de los costes para las arcas públicas, al llegar con enfermedades más avanzadas y su cuidado es más costoso tanto para la salud individual como para la salud colectiva.

Con esta resolución, el Alto Tribunal modifica el rumbo respecto a algunos autos previos sobre los recursos del Gobierno central contra las leyes autonómicas de sanidad que garantizaban la cobertura pública a los inmigrantes sin papeles. Entre ellas destacar, la ley navarra, la vasca y la valenciana.

Algo chocante es el apoyo a la desobediencia de los acuerdos y normas internacionales de protección de derechos. El TC no los considera instrumento de interpretación, como debería, de acuerdo a la propia Constitución”. Según el artículo 10.2 de la Carta Magna, los derechos fundamentales y libertades deben interpretarse “de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales” de los que España forma parte.

Recordamos que más de una docena de mecanismos de Naciones Unidas y del Consejo de Europa han calificado la reforma sanitaria española contraria al principio de no discriminación y han recordado al Gobierno español que tiene obligación jurídicamente vinculante con respecto a migrantes en situación irregular. En el último informe sobre España, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, dependiente de la ONU, advirtió a España de que no podía tomar medidas regresivas en derechos sin justificar que no sean discriminatorias, desproporcionadas o que el estado ha utilizado el máximo de recursos disponibles para garantizar ese derecho”.

La sentencia da carta blanca a que se modelen los derechos fundamentales en función de criterios económicos generales. Ignora abiertamente los criterios que, según el derecho internacional, tienen que respetar las políticas de austeridad para cumplir con las obligaciones derivadas de los tratados internacionales de los que España es parte integrante: cualquier medida regresiva ha de ser temporal, estrictamente necesaria y proporcionada; no puede ser discriminatoria, debe tener en cuenta todas las alternativas posibles y se debe identificar y proteger el contenido mínimo esencial del derecho a la salud. Los contextos de crisis económica no pueden rebajar ni eliminar las obligaciones de derechos humanos.

Otro tema importante es el referido al modelo de sistema sanitario, en especial en cuanto a la universalidad y las prestaciones y su relación con la normativa de la Seguridad Social o propia de la LGS de 1986, de la LO 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros, de la Ley de Cohesión y Calidad del SNS del 2003, y de la Ley 33/2011, de 4 octubre, General de Salud Pública, que aparecen en los argumentos de las distintas partes intervinientes.

La norma cuestionada es un modelo que se sustenta principalmente en la conexión entre la cotización al sistema de la Seguridad Social y el derecho a recibir las correspondientes prestaciones sanitarias en condiciones de gratuidad o de bonificación. Es una nueva regulación de la condición de asegurado del SNS que supone una modificación en la política de progresiva extensión de la asistencia sanitaria gratuita o bonificada, que se aprecia a partir de la creación del SNS y de la gradual incorporación como titulares de las prestaciones de colectivos a los que no alcanzaba la condición de asegurado de la Seguridad Social. Se señala que la universalización del acceso a las prestaciones sanitarias sufragadas con fondos públicos ha sido, desde la Ley General de Sanidad (LGS) de 1986, un objetivo a perseguir en el que no se ha llegado ni a la desvinculación absoluta con respecto a la Seguridad Social, ni a un acceso incondicionado y gratuito para todos los residentes en territorio español.

En términos constitucionales, la falta de identidad entre el derecho al acceso universal al sistema de salud pública de ese “todos” del artículo 43 CE con que ese acceso a la sanidad pública incluya beneficiarse de un concreto régimen de prestaciones sanitarias gratuitas o bonificadas con cargo a fondos públicos. Llama la atención la utilización que hace del término de 'prestaciones sanitarias gratuitas' o 'bonificadas' con total desconsideración de la financiación del sistema público por los PGE a la que contribuimos toda la población que residimos en el territorio español. El TC parece desconocer que no existe “gratuidad” en las prestaciones sanitarias cuando afirma que “la universalidad no puede confundirse con un derecho a la gratuidad de todas las prestaciones sanitarias.” Las personas excluidas de la sanidad están pagando un sistema sanitario del que se les dice que no pueden disfrutar.

Quede claro que en el marco legislativo y constitucional que tenemos no se garantiza el derecho universal a la asistencia sanitaria en el sistema público y que sería necesario completarlo legislativamente.

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el RDL 16/2012 es muy controvertida, injusta, poco ética, legal pero ilegítima, y nos indigna por avalar el cambio de modelo sanitario y una exclusión sanitaria que daña a toda la población. Urge dar a conocer la sentencia para generar argumentaciones alternativas.

Animamos a todas personas y movimientos sociales y políticos a luchar por conseguir la derogación del RDL 16/2012 y un cambio en la Constitución Española que garantice el respecto a todos los derechos humanos de todas las personas.

17 ago 2016

Cuando brota la vida

Información extraída del artículo "La Geria o el viñedo surrealista"

"Entre 1730 y 1736, una sucesión de erupciones volcánicas cubrió de lavas y cenizas gran parte de la isla de Lanzarote. Lejos de amilanarse por la contrariedad que supuso la desaparición de las mejores tierras de cultivo, los isleños buscaron ingeniosas soluciones que acabaron por mejorar la producción agrícola local.

Una de las zonas más afectadas por las erupciones fueron los valles interiores. Algunas zonas se cubrieron con más de dos metros de lapilli (pequeñas piedrecitas volcánicas de color negro que los locales llaman picón). A través de pruebas, los campesinos descubrieron que los restos de las erupciones ayudaban a conservar la escasa humedad que riega los campos de la isla. Estas piedrecitas son higroscópicas, esto es, atraen al agua y la conservan en su interior. Los cultivos cubiertos con este tipo de materiales mantienen de manera natural la humedad; algo muy valioso en un lugar como Canarias.

En La Geria, paisaje protegido por el Gobierno de Canarias, había que solventar, a parte de la secular racanería de las nubes, otro problema: el viento. La solución fue ingeniosa. Había que cavar agujeros de hasta dos metros de profundidad para buscar el suelo agrícola primitivo. Los agricultores aprovecharon esta contingencia para proteger, de esta manera, los cultivos de la acción del viento. Una complicada red de muros y barreras de piedra completan el ingenio. El resultado es un mosaico increíble que convierte al lugar en uno de esos sitios casi surreales de los que hay pocos."



Leyendo estas líneas, que tan bien recogen no solo el paisaje, 
sino la capacidad de diálogo del ser humano con la naturaleza 
para conseguir que brote la vida incluso en las condiciones más adversas, 
no hago más que preguntarme si no es este un modelo a seguir y promover como ejemplo y no sólo como excepción curiosa. 

¿Cuándo nos decidiremos a apostar por unos cuidados que nos permitan profundizar en nuestras raíces, más allá de la tierra quemada que pueda haber, con una protección suficiente frente a la intemperie, pero que al mismo tiempo nos permita crecer en libertad?

¿Cuando apostaremos de verdad no sólo por solventar lo aparente, 
sino por crear las condiciones que nos permitan 
a cada uno y a cada una 
generar vida a nuestro alrededor? 

¿Cuándo? 

29 jun 2016

Salud, Pobreza y Cuidados (VII): Revisando las perrillas


Serie completa

Salud, Pobreza y Cuidados (I): Empecemos a hablar

Salud, Pobreza y Cuidados (II): Cuando no se puede, no se puede

Salud, Pobreza y Cuidados (III): Hay muchas maneras de abandonar a alguien

Salud, Pobreza y Cuidados (IV): Hay recursos, hay activos... pero hay que saber mirar

Salud, Pobreza y Cuidados (V): Los cuidados serán en común, o no serán

Salud, Pobreza y Cuidados (VI): Liberar la palabra y la experiencia

Salud, Pobreza y Cuidados (VII): Revisando las perrillas

12 jun 2016

Salud, Pobreza y Cuidados (VI): Liberar la palabra y la experiencia

Hace unos años nos invitaron a participar con algunas personas en situación de pobreza en una jornada para poner en común las diferentes visiones de éstas y de los profesionales de asociaciones y entidades que trabajan "en el sector". La propuesta de partida, muy interesante, consistía en que quienes viven en condiciones difíciles pudieran mostrar a través de algunas fotos hechas por ellxs mismxs cuál es su realidad. Dicho y hecho. Dos mujeres, vecinas del mismo barrio, cogieron la cámara de fotos que les prestamos y se lanzaron a recoger todo el proceso de recuperación de alimentos de la basura que hacían de manera rutinaria cuando se acababa, a los pocos días, la escasa renta de integración que recibían. Aunque se pueda pensar que no hay mucha miga en un procedimiento así, tiene su historia con múltiples detalles: cómo elegir el mejor momento para el día, que no depende sólo de cuando pueda estar más lleno el contenedor sino también de no llamar mucho la atención del vecindario, para así escapar de las miradas y comentarios posteriores; cómo detectar cuáles pueden ser las bolsas con más alimentos a recuperar y en mejor estado; cómo tratar lo recuperado para que tu propia familia no sienta que está comiendo "de la basura"... Muchos detalles que supieron recoger a través de una serie de fotografías realizadas con mucha inteligencia y oportunidad.

Con éstas imágenes en la mochila llegaron las dos mujeres al día del encuentro. Pero pronto decidieron dar marcha atrás: una sala llena de gente desconocida, muchas de ellas trabajadorxs de diferentes instituciones de intervención social. "¿Qué van a pensar cuándo vean estas fotos y que comemos de lo que hay en la basura? ¿Y si hay alguien aquí que conoce a mi trabajadora social y ésta se entera? Lo mismo me quitan a los niños". Ahí terminó la jornada para nosotrxs, y las fotos, como podía ser de otra manera, a la basura.

Hace unos meses, en la presentación de una propuesta de dinámica participativa de personas en pobreza de cara al Ayuntamiento de Madrid, otras dos mujeres se atrevieron a tomar la palabra y dar su opinión sobre el funcionamiento de los servicios sociales. Su intervención generó polémica. Tras ella, una trabajadora social tomó la palabra para decir que su desconfianza respecto a ellxs es exagerada, que no tienen que tener miedo a que les quiten a sus hijxs, que eso nunca se hace salvo en casos excepcionales. "Yo no es que tenga miedo a que me quitéis a mis hijos por lo que me hayan contado. Es que ya me los quitásteis y me costó años recuperarlos", contestó con firmeza una de ellas.

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Generalmente, cuando abordamos lo comunitario, cuesta profundizar en las diferentes realidades que ese ámbito contiene. Así, el glosario de Promoción de la Salud de la OMS define Comunidad como "Grupo específico de personas que viven en una zona geográfica definida (barrio, pueblo, mancomunidad, ciudad...), comparten cultura, valores y normas y están organizadas en una estructura social conforme al tipo de relaciones que la comunidad ha desarrollado a lo largo del tiempo. Los miembros de una comunidad adquieren su identidad personal y social al compartir creencias, valores y normas comunes que la comunidad ha desarrollado en el pasado y que pueden modificarse en el futuro. Sus miembros tienen conciencia de su identidad como grupo y comparten necesidades comunes y el compromiso de satisfacerlas."

Esta definición delimita la comunidad como un colectivo mucho más homogeneo de lo que suele ser en realidad. Se invisibilizan así las complejas conformaciones de las comunidades geográficas, o la multicomunitariedad que convive en los territorios y lo que eso conlleva (a veces a nivel de conflictos, pero también de riquezas y activos). Por otro lado, en la definición clásica de desigualdades sociales en salud se señala la desigual distribución de recursos y riquezas, pero no se dice nada del reconocimiento, del "ser tomado en cuenta", que es un factor también muy determinante de la salud del que pocas veces se señala su importancia, aunque quienes sufren de esta falta de reconocimiento lo indican siempre entre los aspectos prioritarios. 

Cada barrio, cada territorio, está conformado por una "comunidad de comunidades", diferentes colectivos que configuran la realidad de éste. Se trata de colectivos formados por personas que comparten un lugar social específico con sus propios valores, normas y cultura, construidos a partir de unas experiencias, formaciones y actividades compartidas que determinan su visión de la realidad. Así, por ejemplo, podríamos señalar la comunidad de vecinos reconocida como tal y la comunidad de profesionales que intervienen en la zona, pero también, frecuentemente olvidadas, hay otras comunidades invisibles, las de quiénes habitan los márgenes del sistema social, con poco reconocimiento pero conformando una red con una incidencia propia en el territorio (hablo fundamentalmente de redes de apoyo y sostén mutuo, no nos encerremos en la idea de redes mafiosas o criminales, que es a lo que nos lleva el imaginario "normalizado"). Cada uno de estos grupos constituyen así comunidades específicas que desde su posicionamiento pueden realizar aportaciones en torno a la cuestión de la salud y sus cuidados que es necesario reconocer y valorar para así ponerlas en diálogo y poder buscar acciones conjuntas. Todas ellas, si les damos oportunidad y las reconocemos como tal, pueden funcionar como Comunidades Activas en Salud.

Sin embargo, esto no es algo que pueda proponerse sin más esperando una respuesta espontánea a nuestra buena voluntad. Para quienes han experimentado a lo largo de toda su vida que su palabra no es tomada en cuenta, que su saber no es reconocido y que siempre hay otras personas expertas, con títulos a cuestas, dispuestas a enseñarles el "buen camino" por las buenas o por las malas si es necesario (con diversos instrumentos en su mano para imponer sus directrices), no es fácil participar en pie de igualdad. Acá van algunas condiciones y seguridades que favorecen esta participación, extraídas del documento "Pobreza extrema, participación y acceso a los derechos fundamentales para todas las personas" 

  • Reconocer la aportación de las personas en situación de pobreza y tener la voluntad de trabajar juntos para poder formarnos todos. Se trata de admitir que tienen, colectivamente, algo que decir, un pensamiento original que viene de su experiencia vital, de su sufrimiento, de su resistencia a la miseria y a todas las consecuencias de ésta.  
  • Respetar y garantizar la libertad de cada persona. Para que un diálogo colectivo se inscriba en una lógica de colaboración, es necesario que se establezca entre personas que ni tengan poder ni sean dependientes una de otra. Es por esto que aunque la participación empiece a menudo a nivel local, los diálogos más estructurados (en el marco de la formación de profesionales o de concertación política) deben establecerse con cierta distancia en cuanto a la vida de las personas implicadas.
  • Medir los riesgos. El método de trabajo debe de respetar al menos tres condiciones:
    - No inducir a las personas a hablar de aspectos demasiado íntimos o difíciles de los que normalmente nadie querría hablar ni compartir en público.

    - Encontrar una solución para que las personas no tengan que relatar todo el tiempo su propia historia, para que puedan apoyarse en ejemplos que no son los suyos y dar a conocer su reflexión.

    - Comprometerse todos juntos a conservar la confidencialidad sobre todo lo dicho y escrito en el trabajo común.

    - La participación puede representar otro riesgo: la incomprensión del propio entorno. Pertenecer a un grupo de referencia y ser acompañado son las condiciones necesarias para entender estos riesgos y enfrentarlos. 

    • Experiencias positivas y tiempo. Es preciso que las personas prueben a participar con otras en un evento sin que se les juzgue o se les rechace y sin que esto ponga en peligro a su familia, que se den cuenta de que esto les hace felices y les brinda alegría y fuerza a su familia. Estos primeros pasos requieren un enorme esfuerzo de parte de las personas que han perdido la confianza en ellas mismas y en su entorno.
    • Incorporarse al medio, a un grupo de referencia. A pesar del encierro al que conduce la precariedad, las personas y familias que viven en la miseria no son casos aislados. Pertenecen a un medio, encuentran apoyo en las relaciones con su familia que se agranda y sin las cuales no podrían vivir. Esos lazos con su medio les son necesarios para comprender su vida y salir de la situación en la que están encerradas. Nadie puede liberarse solo; cada uno necesita a los suyos, necesita a su medio para comprender su historia y su vida, superar la vergüenza y atreverse a actuar. Es indispensable crear espacios de libertad, de expresión y de formación donde los muy pobres puedan expresarse, escuchar a los demás, aprender, dialogar en un clima de confianza y de buena convivencia. De esta manera, las personas en situación de pobreza se dan cuenta de que no están solas, de que no son las culpables de lo que les sucede, de que la miseria no es ni una fatalidad ni una vergüenza y de que si asocian a otras personas, libremente, pueden tomar el control de sus vidas y desarrollar su pensamiento.


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    Salud, Pobreza y Cuidados (I): Empecemos a hablar

    Salud, Pobreza y Cuidados (II): Cuando no se puede, no se puede

    Salud, Pobreza y Cuidados (III): Hay muchas maneras de abandonar a alguien

    Salud, Pobreza y Cuidados (IV): Hay recursos, hay activos... pero hay que saber mirar

    Salud, Pobreza y Cuidados (V): Los cuidados serán en común, o no serán

    Salud, Pobreza y Cuidados (VI): Liberar la palabra y la experiencia

    Salud, Pobreza y Cuidados (VII): Revisando las perrillas

    5 jun 2016

    Salud desahuciada

    Encuentro en el blog de Javier Segura este vídeo compartido desde la Escuela Andaluza de Salud Pública: “Desahucio y Salud”, presentado con estas palabras por Ainhoa Ruíz: “Os paso el enlace al vídeo documental que hemos realizado para difundir los resultados de un proyecto de investigación (“‘Procesos de desahucio y salud'”), que hemos hecho junto a Stop-Desahucios-15M Granada. En esta investigación hemos querido recoger las voces y vivencias de las personas que están o han sufrido un proceso de desahucio en Andalucía y la repercusión que todo ello está teniendo en su salud. También intentamos reflejar el papel que tienen las plataformas ciudadanas en este proceso y la autorreflexión que hemos hecho las personas del equipo investigador. Este vídeo es para difundir, contiene cachitos de vidas que merecen ser conocidas, escuchadas y contadas”.

    Pocas dinámicas hay actualmente en defensa y promoción de la salud como estas redes de apoyo mutuo. 



    Posología: ver este vídeo tras cada intoxicación por discursos del tipo "ya salimos de la crisis", acompañado de la siguiente canción revitalizante:


    30 may 2016

    Salud, Pobreza y Cuidados (V): Los cuidados serán en común, o no serán

    8 may 2016

    La ciencia no es un misterio

    Qué texto más majo de Fals Borda comparte Rafa Cofiño en su blog. Para saborear y repensar nuestra situación en la construcción de conocimiento:

    “No monopolices tus conocimientos ni impongas arrogantemente tus técnicas , pero respeta y combina tus habilidades con el conocimiento de las comunidades investigadas, tomándolas como socios y co-investigadores. No confíes en versiones elitistas de historia y ciencia que respondan a intereses dominantes, pero se receptivo a las narraciones y trata de capturarlas nuevamente. No dependas únicamente de tu cultura para interpretar hechos, pero recupera los valores locales, rasgos, creencias y artes para la acción por y con las organizaciones de investigación. No impongas tu propio estilo científico para comunicar los resultados, pero difunde y comparte lo que has aprendido junto con la gente, de manera que sea totalmente comprensible e incluso literario y agradable, porque la ciencia no debería ser necesariamente un misterio ni un monopolio de expertos e intelectuales”.

    25 abr 2016

    Proponiendo alternativas

    Este artículo de Abel Novoa hay que leerlo sí o sí, y de vez en cuando para que no perdamos la perspectiva:


    Post-medicina: Una alternativa ecopolítica al paradigma biomédico


    1.- Introducción

    La crisis financiera mundial, unida a la medioambiental (cambio climático, agotamiento de los combustibles fósiles, incremento de la huella ecológica) y a la social (aumento de las desigualdades y de la pobreza tanto dentro de las sociedades desarrolladas como entre el Norte y el Sur del planeta), ha puesto de manifiesto la imposibilidad de seguir alimentando un modelo basado en el crecimiento económico infinito, el progreso tecnológico dirigido por el mercado y el hiper-consumo.

    El decrecimiento económico (Latouche, 2008; Taibo, 2009) es el paradigma que emerge con más capacidad para aportar un enfoque, a la vez humanista y ecológicamente sostenible, a los retos de la “ciclogénesis explosiva” en la que nos encontramos. Su aplicación a la atención sanitaria y los servicios de salud está por desarrollar, pero, por lo pronto, decrecer en atención sanitaria para crecer en salud y equidad parece la única alternativa viable a las soluciones que tan solo propugnan “mejor gestión”, en un sistema de salud que ha perdido la visión de sus fines (Hasting, 1996). El paradigma decrecentista aplicado a la medicina y a la atención sanitaria implica un cambio total de mentalidades, prioridades y conceptos que hemos denominado, en un afán por diferenciarlo del actual paradigma biomédico, post-medicina (Novoa, 2013).

    2. Ineficiencia y falta de sentido del paradigma biomédico

    19 abr 2016

    Salud, Pobreza y Cuidados (IV): Hay recursos, hay activos... pero hay que saber mirar