29 abr 2014

Vergüenza nos debería dar

Encuentro este texto en saludadiario.es y no puedo evitar recogerlo aquí, para que no podamos mirar hacia otros lados...

Lágrimas de vergüenza

Soy médico; cardiólogo, de esos que ponen muelles a los pacientes cuando sufren un infarto. Nuestro trabajo me encanta, pero recientemente salí del hospital un poco más triste que antes.

Un paciente que ya habíamos atendido previamente ingresó de nuevo con un segundo infarto y, al mirar sus arterias, encontramos que el stent, el muelle, implantado unos meses antes, se había trombosado, provocando un segundo infarto mucho más grave que el primero.

Mientras intentábamos reparar de nuevo su arteria enferma, nos aseguró que seguía tomando sus pastillas, pero la relación entre la trombosis de prótesis endovasculares y el abandono del tratamiento es tan alta que, ante nuestra insistencia, terminó por reconocer que lo había dejado dos meses atrás. La situación es muy sencilla: no tiene trabajo, cobra exclusivamente los cuatrocientos euros de la ayuda extraordinaria para desempleados y el tratamiento le costaba más de cien euros mensuales. Tiene mujer, sin empleo, y un hijo pequeño.

"O comemos, o tomo las pastillas".

Allí mismo, este hombre se puso a llorar. Lágrimas silenciosas, sin aspavientos. Lloraba de miedo ante la proximidad de la muerte o de algo peor; pero, sobre todo, lloraba de vergüenza, de tener que mentir a su médico porque no se atreve a reconocer que no tiene suficiente para pagar el tratamiento que éste le receta.
Durante el último año, hemos visto esta misma situación en repetidas ocasiones. En demasiadas, creo.

Nunca antes, en muchos años de ejercicio profesional, nos habíamos encontrado con algo así. Además, si todo se redujera al dinero, el gasto sanitario que supone una trombosis de stent supera en muchas, muchas veces el gasto farmacéutico del tratamiento complementario.

No es él quien tiene que llorar de vergüenza. No lo es.

22 abr 2014

Querida ministra

Acá va una nueva iniciativa de YOSI Sanidad Universal para el Aniversario del RDL 16/2012,muy interesante, a moverla...

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Amigos y amigas, compas, profesionales y usuarias del sistema de salud, el próximo jueves se cumplen dos años desde la aprobación del Real Decreto Ley de Exclusión Sanitaria (RDL 16/2012). A día de hoy, las barbaridades que este decreto de emergencia ha generado para la salud de todos y en particular de algunas personas (sin papeles, pensionistas, emigrantes, familiares reagrupados...) es evidente. 

Mientras el número de denuncias, declaraciones y sentencias en contra se multiplican, Ana Mato se sigue aferrando a su decreto y defendiendo que el sistema es "más universal" que nunca. 

Ayúdanos a decirle a la ministra que se equivoca. Que o está mintiendo o no se entera. Que ya va siendo hora de aceptar lo evidente y derogar el Decreto de Exclusión Sanitaria. 

¿Cómo? Graba un mensaje de un minuto máximo en vídeo, dirigido a ella, siguiendo estas sencillísimas instrucciones: http://queridaministra.wordpress.com/instrucciones/ 

Este vídeo de ejemplo puede inspirarte: 



O bien difunde los vídeos que ya hay: http://queridaministra.wordpress.com

Ayúdanos a que esta campaña se convierta en un viral. A que haya millones de caras de ciudadanos contando en primera persona lo que está pasando. Lo que Ana Mato y su decreto han provocado: caos, sufrimiento, des-salud... incluso muertes. Que ni Ana, ni el gobierno, ni ningún profesional que no atienda, pueda decir que no sabía, que no se enteraba. 

Gracias y sanidad universal para todos y todas yosisanidaduniversal.net 

1 abr 2014

Esto es así

Y vuelta la burra al trigo... Hay que ver cómo nos gusta a los médicos decir como son y cómo deben ser las cosas, apropiarnos de la sanidad y la salud como algo respecto a lo que poseemos una clarividencia que nos aleja del resto de los mortales y dar lecciones sobre ello, castigando si hace falta a quién no siga las indicaciones.

Porque no es algo extraño lo de la persona que oculta determinadas cosas a su medíco "para que no le regañe", ni sería la primera vez que un profesional decide "castigar" determinadas actitudes o desobediencias. Desgraciadamente los ejemplos de esto abundan, a veces desde la prepotencia del que se siente superior en su puesto, pero en otras ocasiones también disculpadas por la "buena intención" de querer "ayudar", "educar", "proteger"...

¿Cuándo nos daremos cuenta de que nuestro rol es de mero apoyo y no de propietarios ni iluminados? Porque esté es el primer paso para de verdad trabajar por la salud de la gente, y no sólo por mantener o promocionar nuestro estatus o nuestra carrera profesional.