"Desde hace ya casi dos años nos hemos ido juntando personas disidentes
y fugadas del sistema psiquiátrico con el propósito de cuidarnos
mutuamente y politizar nuestros malestares. Creamos un grupo de apoyo mutuo, sin jerarquías ni profesionales,
un grupo de afectadas que querían y queremos hablar en primera persona
(del plural) de la salud y de cómo nos desquiciamos y, también de cómo
autogestionarla y combatir por nuestras vidas".
Así se presenta en su web la Red de Grupos de Apoyo Mutuo (Xarxa GAM) de Barcelona, grupos que surgen desde "la necesidad de compartir con pares, con gente a la que le ha pasado algo parecido", señala Germán, uno de sus integrantes, a Diagonal.
La Xarxa GAM se caracteriza por un funcionamiento asambleario, autónomo de las instituciones y alejado de la dirección de "expertos". Los grupos están integrados por personas diagnosticadas y críticas con el sistema de salud mental que, "cansadas de ser el objeto del saber experto de otros, han decidido ser el sujeto de su propia experiencia vivida", explican.
En sus charlas y talleres hacen hincapié, sobre todo, en que lo suyo es apoyo y no ayuda: "Estamos hartos de asistencialismo, porque ya hemos tenido bastante. No es una cuestión de hablar una vez a la semana y sentirnos bien y ya está. Eso no es lo que queremos hacer", relata Germán.
Para él, la diferencia está en politizar ese malestar. "Partimos de la base de que el patriarcado y el capitalismo enferman y quiebran a las personas. Nosotras oponemos al individualismo capitalista y al sexismo, que transforma todo en mercancía y sojuzga, el apoyo mutuo, la solidaridad de los iguales, la alegría de luchar juntas, compartir y cuidarnos", explican.
Un pilar importante de los grupos, junto a la escucha, es el cuidado entre sus miembros. "Si a alguien lo ingresan, vamos e intentamos hablar con los psiquiatras que lo atienden".
Muchos integrantes del grupo han establecido qué quieren hacer si tienen una crisis. "Si yo me pongo mal, llaman a los compas y yo he establecido a quién quiero ver, con quién quiero hablar, de qué manera quiero que se me trate", nos cuenta Germán, indicaciones que previamente ha dado en base a sus propias experiencias. Esa resistencia desde el día a día ya ha dado sus frutos. "La gente ingresa mucho menos que antes", y eso es todo un logro para el colectivo.
Las personas que integran la Xarxa son muy distintas. "Acaba de entrar una mujer que tendrá 70 años", ponen como ejemplo. "Incluso políticamente también. No queremos ser dogmáticos con lo que hacemos. Hay gente que sí tenemos un compromiso más político, de teorizar, y hay gente que va más a su aire. Para mí, uno de los problemas de los movimientos sociales es el de encajonar la lucha. En nuestro caso, luchamos por nuestra salud, y eso es lo más importante", apunta.
Así se presenta en su web la Red de Grupos de Apoyo Mutuo (Xarxa GAM) de Barcelona, grupos que surgen desde "la necesidad de compartir con pares, con gente a la que le ha pasado algo parecido", señala Germán, uno de sus integrantes, a Diagonal.
La Xarxa GAM se caracteriza por un funcionamiento asambleario, autónomo de las instituciones y alejado de la dirección de "expertos". Los grupos están integrados por personas diagnosticadas y críticas con el sistema de salud mental que, "cansadas de ser el objeto del saber experto de otros, han decidido ser el sujeto de su propia experiencia vivida", explican.
En sus charlas y talleres hacen hincapié, sobre todo, en que lo suyo es apoyo y no ayuda: "Estamos hartos de asistencialismo, porque ya hemos tenido bastante. No es una cuestión de hablar una vez a la semana y sentirnos bien y ya está. Eso no es lo que queremos hacer", relata Germán.
Para él, la diferencia está en politizar ese malestar. "Partimos de la base de que el patriarcado y el capitalismo enferman y quiebran a las personas. Nosotras oponemos al individualismo capitalista y al sexismo, que transforma todo en mercancía y sojuzga, el apoyo mutuo, la solidaridad de los iguales, la alegría de luchar juntas, compartir y cuidarnos", explican.
Un pilar importante de los grupos, junto a la escucha, es el cuidado entre sus miembros. "Si a alguien lo ingresan, vamos e intentamos hablar con los psiquiatras que lo atienden".
Muchos integrantes del grupo han establecido qué quieren hacer si tienen una crisis. "Si yo me pongo mal, llaman a los compas y yo he establecido a quién quiero ver, con quién quiero hablar, de qué manera quiero que se me trate", nos cuenta Germán, indicaciones que previamente ha dado en base a sus propias experiencias. Esa resistencia desde el día a día ya ha dado sus frutos. "La gente ingresa mucho menos que antes", y eso es todo un logro para el colectivo.
Las personas que integran la Xarxa son muy distintas. "Acaba de entrar una mujer que tendrá 70 años", ponen como ejemplo. "Incluso políticamente también. No queremos ser dogmáticos con lo que hacemos. Hay gente que sí tenemos un compromiso más político, de teorizar, y hay gente que va más a su aire. Para mí, uno de los problemas de los movimientos sociales es el de encajonar la lucha. En nuestro caso, luchamos por nuestra salud, y eso es lo más importante", apunta.