17 jul 2012

Cambiando de modelo, ¿Por qué no? (y V): Poder, se puede

Visto lo visto en anteriores entradas, cabe preguntarse si las desigualdades son “naturales”, debidas al azar, o el resultado de la combinación de políticas sociales y económicas concretas. Aunque parezca mentira, a día de hoy la tercera opción no es la más aceptada, aunque resulte evidente (y haya sido ya demostrado con rotundidad. En la última entrada de esta serie recogeré algunos ejemplos históricos ilustrativos) que la buena y la mala salud están muy condicionadas por los determinantes sociales, y que estos varían según las decisiones micro y macropoliticas.

Un buen cuadro resumen de este campo es el recogido en el informe de la Comisión  para  Reducir   las   Desigualdades   Sociales   en  Salud   en  España. 


Pese a todo lo dicho en las entradas anteriores, no sería justo decir que no se ha hecho nada hasta ahora en el campo de las desigualdades sociales en salud en España. Porque hay comunidades como el  País Vasco   y  Andalucía que han   incluido la reducción de las desigualdades en salud entre los objetivos  principales de  sus planes de salud. Y en  el   ámbito  nacional, el Ministerio de Sanidad y Política Social definió  la reducción de  las desigualdades como una de sus prioridades de acción  en  la   novena  legislatura  (2008   en  adelante), poniendo en marcha una Comisión  para  Reducir   las   Desigualdades   Sociales   en  Salud   en  España, que entregó su propuesta en mayo de 2010 (ironías del destino, coindiendo con el cambio de rumbo de las politicas gubernamentales para meternos de lleno bajo los directrices de "los mercados").

Y en el momento actual, en nuestro país, ¿en qué momento estamos respecto a los determinantes sociales en salud? Creo que es importante señalar algunos elementos fundamentales para situarnos en este sentido:

  • Crecen la Desigualdades Sociales. No hay más que leer el último trabajo del Colectivo Ioé o mirar la gráfica de abajo (extraída de Eurostat), que refleja la evolución de la desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre. 

  • Se reducen gastos en sanidad, educación, protección social. ¿Esto qué consecuencias tiene? No está de más echar un vistazo a algunas investigaciones:

- Stuckler y cols (Lancet, 2009): En Finlandia y Suecia, entre 1990 y 1993, subió el desempleo mientras bajaba la tasa de suicidio. En España sucedía lo contrario. ¿Porqué? Según los autores, las diferencias entre estos datos se basaban en otra diferencia existente entre estos países: la inversión en políticas sociales. A menor red de protección social, mayor tasa de suicidios.

- Stuckler y cols (BMJ, 2010): Investigaron no solo el efecto positivo de las políticas sociales, sino el efecto negativo de los recortes sociales en la mortalidad, usando la base de datos de 2000 de 18 países de la UE. Estimaron que por cada 80 € recortados por persona en ayudas a desempleados, discapacitados, jubilados, familias y niños, la mortalidad general puede incrementarse casi un 1%, la debida a problemas relacionados con el alcohol puede subir un 2,8%, las muertes por tuberculosis aumentarían un 4,3% y la mortalidad cardiovascular un 1,2%.

- Otro artículo aparecido en The Lancet  en 2011 recogía los siguientes datos los cambios producidos por la crisis en Grecia: aumento del número de personas que no acuden al médico pese a pensar que lo necesitan; disminución de las consultas de Atención Primaria y aumento de los ingresos hospitalarios;  aumento del porcentaje de personas con percepción de tener una salud "mala" o "muy mala“; aumento del número de suicidios; aumento del número de contagios de VIH.

  • Cambio del modelo de servicios públicos, entre los cuales está el sanitario, destacando los siguientes procesos en marcha:

- Se favorece la privatización de estos sectores.En el área sanitaria se ha demostrado que las instituciones privadas con ánimo de lucro son más ineficaces (solo presentan mejores resultados en confort y lista de espera).
- Promoviendo la idea de salud= tecnología.
- Caracterizando lo público como “derrochador” e “ineficiente”.
- Culpando a los enfermos, con lo que  se diluye la responsabilidad de los profesionales y la administración.
- Haciendo cada vez más opacos los procesos de gestión.
- Empujando a las clases pudientes hacia el sector privado, potenciando dos tipos de sanidad: la de ricos y la de pobres (Ya lo dijo Olof Palme, “Un servicio para pobres es un pobre servicio”).
- Se transforman prestaciones universales en prestaciones de beneficencia, como por ejemplo con el anuncio de que a los inmigrantes no regularizados de los atendería a través de ONGs.

¿Hacía dónde deberíamos caminar?

Lo bueno de que este campo haya sido ya bien trabajado es que el horizonte por el que luchar si de verdad queremos comprometernos por la mejora de la salud de todos y todas está ya bastante definido: reducir  las   desigualdades   en toda  la  población, teniendo en  cuenta el conjunto  del  gradiente social y la necesidad de trabajar de manera global y multidisciplinar. Las   experiencias  recientes  respaldan   la   necesidad   de priorizar  este enfoque,  con   acciones  dirigidas a  toda  la población, pero con intensidad creciente en  fun

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Este artículo pertenece a la serie "Cambiando de modelo, ¿Por qué no?":

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