Salió del hospital con el brazo en cabestrillo y su yeso puesto tras haber tenido una doble fractura de cúbito y radio. A los pocos días tuvo que volver porque la compresión sobre el brazo impedia el retorno venoso y parecía iniciar un sindrome compartimental.
En ambas ocasiones salió del hospital, además de con su yeso puesto, con algunas recetas para combatir el dolor. En ambas ocasiones se fue directamente a la estación de tren cercana a extender la mano sana, enseñar el informe médico y pedir ayuda para poder comprar las medicinas. No es ni mucho menos pensionista, por lo que las recetas son verdes, y en total necesitaba 14 euros para comprarlas. No parece mucho dinero, pero cuando no se tienen ingresos de ningún tipo, pueden ser un mundo.
En ninguna de las dos visitas se detectó este problema. El diagnóstico clínico fue preciso, y el tratamiento se ajustó al mismo. El diagnóstico social y vital brilló por su ausencia, y no se ofrecieron alternativas para que esta persona sin recursos económicos pudiera tener acceso al tratamiento que necesitaba.
Tras una jornada entera a las puertas de la estación, consigue el dinero, compra las medicinas y empieza a remitir el dolor. Por lo menos el del brazo...
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