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Debemos interpelar a todos aquellos que ocupan una posición docente en las ciencias sociales y psicológicas, o en el campo del trabajo social, todos aquellos cuya profesión consiste en interesarse por el discurso del otro. Se encuentran en una encrucijada política y micropolítica fundamental. O hacen el juego a esa reproducción de modelos que no nos permiten crear salidas a los procesos de singularización o, por el contrario, trabajan para el funcionamiento de esos procesos en la medida de sus posibilidades y de los agenciamientos que consigan poner a funcionar. Eso quiere decir que no hay objetividad científica alguna en ese campo, ni una supuesta neutralidad en la relación, como la supuesta neutralidad analítica.
En realidad, esas teorías sirven para justificar y legitimar la existencia de esas profesiones especializadas, de esos equipamientos discriminadores y, por lo tanto, de la marginalidad de algunos sectores de la población. Las personas que, en los sistemas terapéuticos o en la universidad, se consideran simples depositarias de un saber científico o simples canales de transmisión del mismo, sólo por eso, ya hicieron una opción reaccionaria. Sea cual sea su inocencia o su buena voluntad, ocupan efectivamente una posición de refuerzo de los sistemas de producción de la subjetividad dominante.
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Desde el punto de vista micropolítico cualquier praxis puede ser o no policíaca; ningún cuerpo científico, ningún cuerpo de referencia tecnológica garantiza una justa orientación."
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