1 nov 2015

Participación y Salud (y V) - Como favorecer la participación

Vayamos acabando ya con la revisión de la Petite Guide de la Participation en santé de proximité, que bastante ha dado de sí...

Esta bien esto de la participación, sí, pero ¿por dónde empieza? En ocasiones comienza de manera espontánea, pero en estos casos no es fácil que consiga adoptar una forma organizada, colectiva y estable (lo del 15M no es la norma, desgraciadamente). Muchas otras veces, sobre todo en el contexto profesional y de servicios, desde estos se promueve la participación en torno a alguna cuestión concreta, pero el encuadre de origen suele determinar que se suela seguir una orientación "bien vista" por las personas promotoras, reconocidas por much@s de l@s participantes como "propietari@s" del proceso. Una línea de fuga sería la participación "semi-provocada": promover la creación de grupos autónomos, apoyada por agentes exteriores para determinadas tareas que aporten una visión externa y herramientas específicas de trabajo. En este caso, la pregunta que nos podemos hacer como profesionales no es  "¿a quién invitamos a participar en un grupo para ayudarnos a tratar la cuestión X?", sino más bien "¿Cómo creamos las condiciones que favorezcan la aparición de un grupo de ciudadanos que puedan ayudarnos a entender mejor la cuestión X?". Pequeño pero importante matiz. 

También es importante tener en cuenta que la movilización ciudadana suele partir de acontecimientos concretos, como cambios concretos en nuestras vidas, eventos que provocan una emoción colectiva y la aparición de un peligro y riesgo en el horizonte. Estos acontecimientos son los que permiten tomar conciencia de un interés común que puede poner en marcha una acción colectiva. Un ejemplo muy claro son las redes de solidaridad que han surgido a partir de la "crisis de l@s refugiad@s". Esto no quiere decir que la única manera de poner en marcha proyectos colectivos sea a partir de acontecimientos de este tipo. Pero sí que se trata de una clave importante a tener en cuenta. 

Pero este interés común que reúne a la gente no es suficiente por sí mismo para poner en marcha un proyecto colectivo de co-construcción. Es fundamental también que haya disponibilidad para el compromiso por parte de tod@s l@s participant@s, y eso incluye a l@s profesionales, lo cual a algun@s no les cuadra mucho. Pero si hay vecin@s que se comprometen y "pringan" en torno a un proyecto común, o estamos dispuest@s a hacer lo mismo, o nos quedamos fuera de juego. Por otro lado, es importante estar dispuest@ a aprender de otr@s y poner en cuestión las verdades propias, así como las relaciones de poder habituales para poder entrar en la cooperación (sé que soy un poco pesado con esto, pero es que o lo repetimos una y mil veces o lo terminamos pasando por alto). Por último, es importante formarse conjuntamente, por ejemplo sobre comunicación, salud comunitaria y promoción de la salud.

Para avanzar en estas líneas marcadas puede ser importante la participación de terceras partes, tanto para la dimensión formativa como para ayudar a manejar la cuestión de las relaciones de poder.  Y al mismo tiempo necesitamos inventar maneras para ampliar y flexibilizar las formas de participación (aprovechando las redes sociales virtuales pero también las locales, proponiendo encuentros, talleres, encuestas, etc.), ir al encuentro de las personas que queremos que participen, especialmente a aquellas más alejadas de nuestra acción y con más dificultades para participar, abrir el espacio a lo informal, desarrollando la convivialidad...

Resumiendo todo lo dicho en este post y en los anteriores, se puede establecer una Estrategia de Acción Comunitaria en Salud como la que sigue:

  1. Trabajar en torno a una comunidad concreta (territorial o con un interés común, un sentimiento de pertenencia, etc.)
  2. Favorecer la implicación de los agentes a quienes concierne la cuestión en un proceso de co-construcción (esto es garantía de reconocimiento de la legitimidad de competencias y de la capacidad de actuar de la ciudadanía).
  3. Favorecer un contexto en el que se compartan poderes y saberes (reconociendo la epecificidad de cada uno).
  4. Poner en valor y compartir los recursos (los recursos del territorio, de las personas y de los colectivos son identificados y estimulados).
  5. Poner en marcha un proceso de evaluación compartida y permanente para permitir una planificación flexible (el plan de acción debe permitir a quienes participan reorientar la acción en función de imprevistos, obstáculos y nuevos recursos que aparezcan). 
  6. Adoptar un enfoque global y positivo de la salud (incluyendo el campo social, económico, medioambiental y cultural). 
  7. Actuar sobre los determinantes de la salud.
  8. Trabajar de manera interectorial. 

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Este artículo pertenece a la serie Participación y Salud:

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