En el blog El Supositorio recogen algunos datos interesantes sobre el uso de ansiolíticos y su relación efectos adversos que no son tenidos en cuenta tan a menudo como se debería. Aunque en general hay conciencia de que son medicaciones que hay que manejar con cuidado, al final la realidad y la incapacidad de abordar las situaciones que se presentan en la consulta se imponen y se termina renunciando a la prudencia como herramienta fundamental a la hora de recetarlos.
Total, frente a un síntoma y una angustia compartida, mejor callarlos de la manera más rápida y directa posible. Y lo que venga después, pues... ya vendrá.
Frente a lo que amenaza con desbordarnos... mejor callar al mensajero que indagar en las causas y estructuras que hacen aflorar el sufrimiento. Así pasa con la ansiedad y con el dolor, por ejemplo, pero también con la desigualdad, y la pobreza.
Mejor hacer callar, con pastillas o con asistencialismo, mejor hacer callar rápida y directamente, que nadie pregunte nada.
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