La mejor tecnología para mejorar la salud es la educación.
Por Javier Padilla y Rafa Cofiño
I make kids wonder,
I make them question.
I make them criticize.
I make them apologize and mean it.
I make them write, write, write.
And then I make them read.
I make them spell definitely beautiful, definitely beautiful, definitely
beautiful
over and over and over again until they will never misspell
either one of those words again.
I make them question.
I make them criticize.
I make them apologize and mean it.
I make them write, write, write.
And then I make them read.
I make them spell definitely beautiful, definitely beautiful, definitely
beautiful
over and over and over again until they will never misspell
either one of those words again.
Probablemente
si ahora mismo estás leyendo esta entrada es gracias a que tienes un
nivel educativo que te ha permitido acceder a un ordenador, tener
internet, entrar en este blog, leer esta entrada y, esperemos,
entenderla, y, esperemos de nuevo, ser crítico con ella.
El nivel educativo de una sociedad, en toda una sociedad, no sólo en sectores determinados, conforma sus riquezas, sus relaciones, su cultura, sus talentos, su creatividad, sus empresas, sus gobiernos y también su salud.
El nivel educativo de una sociedad, en toda una sociedad, no sólo en sectores determinados, conforma sus riquezas, sus relaciones, su cultura, sus talentos, su creatividad, sus empresas, sus gobiernos y también su salud.
De cómo contabilizar los efectos de la educación en la salud.
Existe amplia literatura científica
que señala la importancia de la educación como un determinante de la
salud de las poblaciones. Utilizando la herramienta interactiva
disponible en County Health Calculator
se puede observar como jugando con los datos reales en Estados Unidos,
al mejorar el nivel educativo y los ingresos de una población, disminuye
la mortalidad prematura y disminuyen la incidencia de nuevos casos de
diabetes.
Muy recientemente, un artículo publicado en el American Journal of Public Health, destaca de nuevo la importancia de la educación en la mejoría de la salud de una población, a pesar de que sean las nuevas tecnologías sanitarias las que con frecuencia nublen nuestro juicio y percepción. Invertir en educación, y concretamente invertir evitando las desigualdades educativas, tendría un impacto 8 (ocho) veces más favorable en la salud de la población que invertir en nuevas tecnologías sanitarias.
Muy recientemente, un artículo publicado en el American Journal of Public Health, destaca de nuevo la importancia de la educación en la mejoría de la salud de una población, a pesar de que sean las nuevas tecnologías sanitarias las que con frecuencia nublen nuestro juicio y percepción. Invertir en educación, y concretamente invertir evitando las desigualdades educativas, tendría un impacto 8 (ocho) veces más favorable en la salud de la población que invertir en nuevas tecnologías sanitarias.
De cómo la educación y la salud, en los abordajes poblacionales, tienen mucho en común.
El
abordaje de la salud de las poblaciones y de su educación tienen varias
cosas en común; una de ellas es que se mueven por modas, otra es que
gustan mucho de prestar especial atención a los extremos de sus
distribuciones (los pacientes de alto riesgo, los niños con peores
notas, los individuos con menor talla, las niñas superdotadas,...). Sin
embargo, esta moda puede ser poco efectiva y totalmente ineficiente.
Al actuar sobre grandes grupos (y diseñar un sistema educativo es “actuar sobre grandes grupos”) debemos intentar mover toda la distribución poblacional “a mejor”; en el caso de la sanidad, la gráfica muestra cómo al actuar sobre la población en su conjunto se reducirían las cifras de colesterol de toda la distribución.
Al actuar sobre grandes grupos (y diseñar un sistema educativo es “actuar sobre grandes grupos”) debemos intentar mover toda la distribución poblacional “a mejor”; en el caso de la sanidad, la gráfica muestra cómo al actuar sobre la población en su conjunto se reducirían las cifras de colesterol de toda la distribución.
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Algo análogo sucedería en la educación, como cuenta G. Rose en el libro “Rose’s strategy of preventive medicine”,
donde muestra cómo aquellas poblaciones con mejores resultados
educativos son las que han conseguido actuar sobre la educación del
conjunto de la población con medidas universales, no centrando solamente
los esfuerzos en los segmentos más avanzados o más rezagados. Si bien
en momentos concretos -en el corto plazo- puede ser necesario actuar
sobre los extremos de una distribución, la verdadera forma de conseguir
que el colectivo mejore es actuando sobre el colectivo en su conjunto,
impulsando mejoras integrales y grupales.
De porqué la LOMCE debería llevar en la portada un cartel que dijera “Recortar en educación mata”
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Los
recortes en educación matan. Limitar el acceso de la población a la
enseñanza superior aumentará las desigualdades en relación con la
esperanza de vida; como muestra la gráfica del libro “The status syndrome”,
de Michael Marmot, la educación es la principal responsable del
gradiente de desigualdad en esperanza de vida desde las clases más
favorecidas a las más desfavorecidas, pasando por toda la escala de
grises que hay entre ellas.
Algunos de los presupuestos de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) generarán desigualdad en educación y un impacto negativo en la salud a medio y largo plazo.
Algunos de los presupuestos de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) generarán desigualdad en educación y un impacto negativo en la salud a medio y largo plazo.
Es
obvio, pero en estos tiempos de cólera conviene no olvidarlo, que si
tenemos un buen sistema sanitario (de servicios de salud) es porque
hemos tenido y tenemos un buen sistema educativo detrás. Pensarlos,
defenderlos, reivindicarlos y mejorarlos juntos (polisemia:
simultáneamente y todos unidos) es la consecuencia de nuestro compromiso
con la sociedad. Hoy su huelga es la de todas y todos.
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