27 nov 2013

Emociones urbanas


Hoy he tenido la ocasión de descubrir el trabajo de José Antonio Corraliza, que desde hace tiempo viene investigando las dimensiones psicológicas y emocionales que se asocian a la vida urbana. Todo un campo que desde lo sanitario no sabemos cómo hincarle el diente, aún siendo conscientes de que se trata de algo fundamental en la salud de las gentes. Por eso merece la pena asomarse de alguna manera a su trabajo, dejándose llevar de la mano a navegar por la ciudad "emocional" y reflexionando después a partir de su decálogo para mejorar los espacios urbanos:



Decálogo para mejorar los espacios urbanos


1. Espacio saludable. El espacio público urbano ha de ser un entorno saludable, higiénico, con mecanismos permanentes de control y evitación de la contaminación de todo tipo (del aire, del suelo, acústica, etc.)

2. Adecuado nivel de mantenimiento. El espacio urbano ha de reflejar un adecuado nivel de mantenimiento, tanto del equipamiento, como de los elementos de ornato. Especial importancia tiene el mantenimiento de la vegetación y de otros elementos naturales presentes en él (como el agua, por ejemplo), así como un adecuado nivel de preservación frente a actos de degradación o vandalismo urbano.

3. Espacio seguro. El espacio público urbano ha de constituir un espacio seguro y de refugio para el ciudadano, frente al riesgo de convertirse en un espacio urbano residual (ghetto). Han de extremarse, pues, las medidas de control espontáneo del lugar (espacio defendible) y los rituales que promuevan la apropiación del espacio.

4. Equilibrio entre legibilidad y misterio. El espacio público urbano ha de ser legible interpretable; ello requiera que tenga una estructura claramente diferenciada y que contenga elementos de focalidad, así como información básica sobre los elementos que lo conforman.

5. Escala intermedida. El espacio urbano ha de reflejar equilibrio en su escala y tamaño, de forma que puedan integrarse una cierta diversidad de usos y usuarios sin que se vea afectado el nivel de control requerido por las personas.

6. Espacio mezcla de usos y usuarios. El espacio urbano ha de contener la cualidad de la diversidad en dos acepciones: la diversidad espacial, buscándose la consecución de un moderado nivel de contraste (entre lo construido y lo natural también), y la diversidad social, promoviendo la concentración de personas y actividades sociales variadas.

7. Espacio productivo. El espacio urbano ha de ser diseñado pensando en su productividad en tanto que tal espacio, es decir, el diseño y la planificación han de estar orientados a promover el uso y la “colonización” del espacio en su conjunto, así como de las distintas áreas que lo compongan. Un espacio urbano sin pobladores derivará en un ghetto urbano.

8. Oportunidad recreativa. El espacio urbano ha de contener elementos que supongan una oportunidad recreativa diversificada: elementos de paseo, estanciales y de entretenimiento deben ofrecer la oportunidad de recuperar el equilibrio psicológico amenazado por la sobrecarga estimular característica de la vida urbana.

9. Espacios atractivos (belleza). El espacio urbano debe proporcionar escenarios atractivos por su belleza. La satisfacción estética, conseguida mediante la combinación de contenidos variados, así como de formas, tonalidades, texturas diversas proporcionan un añadido de valor intangible al espacio urbano.

10. Evaluación y gestión de los espacios públicos. El espacio urbano debe ser objeto de un cuidadoso y detallista programa de seguimiento y gestión que ponga el acento no sólo en la preservación de las cualidades originales del diseño tal y como ha sido planificado, sino que incorpore elementos correctores del propio proyecto inicial, así como de otras alteraciones degradantes que puedan surgir como consecuencia de las actividades y usos de sus pobladores.

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