16 sept 2021

Levantando la mirada

Pues sí, ya es un lugar común el que la pandemia ha revuelto y cambiado nuestras vidas, aunque sigamos todavía en gran medida sin ser conscientes de hasta qué punto o de qué manera, suspendidos como estamos en una incertidumbre que amenaza con perpetuarse sin fin. De hecho, con la vorágine del día a día, en este tiempo pocas veces me he parado para levantar la mirada del presente continuo que nos tiene atrapados para mirar hacia atrás o hacia adelante, más allá de lo inmediato.

Pero desde hace unos días me tiene inquieto un libro, o más bien, el título de un libro que no me he leído aún, pero que desde su cabecera ha conseguido arrancarme la vista del suelo: "El futuro comienza ahora. De la pandemia a la utopía". Lo que plantea no parece tampoco un descubrimiento deslumbrante, sino un simple análisis desde la realidad actual dibujando tres posibles futuros posibles: 

- que todo vaya a peor y que, con la crisis que tenemos ahora, se genere una sociedad aún más injusta, más insegura y mucho menos democrática.

- cambiar para que todo quede igual, realizar pequeñas reformas pero mantener el modelo.

- una alternativa civilizatoria que cambie hacia otro modelo de desarrollo, hacia otro modelo de consumo, hacia otra matriz energética, hacia otro tipo de economías plurales.

¿Podemos hacer algo para intentar ir hacia un lado u otro o están ya todas las cartas echadas? Ahí está la cuestión... Y ahí está la importancia de levantar la vista, de mirar hacia atrás para recuperar aprendizajes y saberes sobre cómo ser y hacer juntas, de mirar hacia adelante para encontrar un horizonte que nos ponga en camino. Porque cada vez desde más lugares nos tratan como meros espectadores sin más objetivo que el consumo inmediato del presente. Inmóviles. Estériles.

Hoy levanto la mirada y me veo en la misma consulta de Atención Primaria en la que tanto aprendí al lado de un maestro y compañero del construir en común, Juan Luis Ruiz-Giménez. Pero ahora, en esta consulta a la que volví después de muchos años fuera de ella, empujado por la pandemia, veo como se va desmoronando de manera implacable un sistema de cuidado de la salud que buscaba no dejar a nadie fuera, pero que cada vez excluye y abandona más, al tiempo que machaca a quienes trabajan dentro de él. En el turno de tarde del centro de salud en el que trabajo ya faltan por cubrir la mitad de los puestos de medicina. Miles de personas sin médica de referencia. Como en tantos otros centros de salud a nuestro alrededor. "¡Hay que hacer algo!", se dice y se escucha, pero no encontramos la manera de ir más allá de los parches y las pataletas, los mensajes simples de "hace falta más" pero la falta de diálogo sobre cómo transformar y transformarnos ahora que el barco está haciendo aguas.

¿Todavía queda la esperanza para la Atención Primaria? De nosotras y nosotros depende. A primera vista, todo apunta a ir a peor. Para intentar evitarlo, andamos con prisas tratando de tapar los rotos, pero con eso poco haremos más que sostener una deriva que viene de largo. Es el momento de apostar por la alternativa comunitaria. No queda otra. Abrir las puertas, las ventanas, hablar y escuchar a quienes viven en los barrios en los que trabajamos, proponer y dejarnos cuestionar, reconocer nuestra vulnerabilidad para construir junto con la de otras personas que quieran apostar y apostarse en este hacer camino que no renuncie a un futuro mejor, más humano y en común.

No será la primera vez, ni la última. Hay muchas experiencias y saberes que nos pueden servir de brújula. Mi intención es ir compartiendo algunas de ellas, construyendo un mapa, o una caja de herramientas, o una constelación de estrellas que acompañen el camino. Habrá que ir viendo qué es más útil. Pero ya es tiempo. Porque el futuro comienza ahora.