31 may 2013

Una milla extra

Una reflexión muy interesante de Sergio Minué, que en estos momentos de desmantelamiento de la universalidad de nuestro sistema sanitario nos ayuda a no olvidar la importancia del compromiso personal en el acompañamiento de aquellos que necesitan ayuda. Hay que defender los logros del sistema, atreverse a ensayar propuestas para mejorarlo... y asumir la "milla extra" de la que habla el texto, ese algo más que siempre se puede hacer, que nos empuja a no abandonar a nadie a su suerte, a no tirar la toalla.

"La historia de la herida de Manuel fue publicada en JAMA hace menos de un año por parte del estudiante que le atendía (Rafelson) y el tutor del mismo (Rajput). Manuel es una persona sin seguro sanitario que acudió a una clínica de estudiantes de medicina en Camden (Nueva Jersey). Allí,desde 1994, estudiantes de medicina supervisados atienden a pacientes sin aseguramiento. La herida de Manuel, anodina, pequeña, escondía un melanoma, subsidiario en países civilizados de recibir tratamiento con cirugía y quimioterapia. En esos casos, la tarea de los estudiantes no es solamente acicalar y largar ( en la terminología del Gordo, el médico cínico de La casa de Dios), sino acompañar a los pacientes proscritos en el largo camino burocrático a la búsqueda de una autorización para ser atendido. Para Rajput el buen médico cumple tres principios: “escucha al paciente, se preocupa por él y hace una milla extra”. La milla extra es pensar siempre que más puedes hacer por tu paciente. La que implica acabar practicando la medicina en el límite de la ley, sorteando normas inhumanas, pidiendo ayuda a los colegas, incurriendo en irregularidades con la esperanza de que nadie repare en ellas.

Cuando realicé un comentario en agosto pasado sobre este caso ( UIP y VIP en el País de las Maravillas) nunca pensé que una situación semejante pudiera suceder en el sistema sanitario español. El caso de Alpha Pam, el inmigrante senegalés muerto hace unas semanas aquejado de una tuberculosis (al que seguirán otros si no lo remediamos) es buena demostración de que los cambios en los sistemas sanitarios pueden ser fulgurantes.

Por desgracia en España no disponemos de programas como el Health Outreach Project que permiten a estudiantes atender, bajo supervisión, a pacientes excluidos de la atención clínica. El que los “parias” puedan recibirla depende de que el médico de familia se acoja a la objeción de conciencia ( siguiendo una iniciativa ejemplar de la semFYC), a que el administrativo regatee las normas que le imponen desde arriba, y a que el servicio de diagnóstico correspondiente falsifique la tramitación de la petición para poder realizar la prueba. 

El Real Decreto Ley 16/2012, establece que “los extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España recibirán asistencia sanitaria de urgencia por enfermedad grave o accidente, cualquiera que sea su causa, hasta su situación de alta médica”. Pero, ¿qué es una urgencia?, ¿cuándo una enfermedad es grave?, ¿quién lo determina?.

Una tos, una fiebre inespecífica puede ser síntoma de un proceso infeccioso respiratorio viral, que todos padecemos cada invierno sin acudir al médico. Pero también la primera manifestación de una neumonía, una tuberculosis, un cáncer. Un dolor torácico en un emigrante ilegal puede ser resultado de la ansiedad que quizá genere su situación; pero también una angina inestable que quizá requiera un cateterismo ( caro, complejo) para su diagnóstico. Es el médico y el resultado del proceso diagnóstico “completo” el que permite diferenciar el grano de la enfermedad urgente de la paja de las dolencias triviales.

Por lo que se deduce de las intervenciones realizadas en el caso de Alpha Pam, la determinación de la urgencia o gravedad de un síntoma lo determina su resultado. Es la muerte del excluido lo que deviene en procedimiento inadecuado, en infracción de la ley. Ley que también se infringe si los profesionales actúan en cumplimento de su deber deontológico de atender a los pacientes que buscan en ellos atención, desobedeciendo instrucciones derivadas del Real Decreto.

No ha hecho falta un año para demostrar dolorosamente los graves efectos adversos del RDL 16/2012: las barreras a la atención sanitaria para los excluidos, el agravamiento de la ley de cuidados inversos de Tudor Hart ( los que más necesitan asistencia son los que menos la reciben), el miedo, la muerte. Y además, los riesgos para la salud pública de los asegurados, nosotros los privilegiados, que tampoco estamos a salvo de las consecuencias que tendrá para nuestra salud dejar de atender a “los que no existen” para el sistema sanitario español.

Cesar al gerente, expedientar a los profesionales, es la medida que cabría esperar de un país regido por Reinas de Corazones, deseosas siempre de cortar cabezas, por errores que solo cometieron ellas. La responsabilidad de lo ocurrido en Mallorca es evidente, y recae en la persona que propuso la norma, y el consejo de gobierno que lo aprobó."

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