16 ene 2023

Hacer y dejar de hacer (Atención Primaria Esencial)


"¿Sabéis qué hacer con la huelga? Estoy un poco perdido"
. A lo largo de estos días, desde que se retomó la huelga médica de Atención Primaria en Madrid, he compartido y recibido mensajes similares a este en varias ocasiones. Y es que después de varias semanas de parón en las consultas en noviembre y diciembre, viendo el coste que este tenía a diferentes niveles tanto para vecinas y vecinos como para profesionales, y el menosprecio y maltrato constante recibido de parte del gobierno autonómico, no es fácil saber qué hacer. Se cruzan constantemente la frustración, la rabia, la preocupación y el sentido de la responsabilidad. Así que con semejante mezcla, no queda otra que pararse y pensar hacia dónde continuar, ¿no? 

La huelga es una herramienta útil y necesaria en muchos momentos para conseguir sumar fuerzas y luchar por el reconocimiento de los derechos. Supone un parón de la actividad habitual para hacer presión hacia arriba, provocando pérdidas que pueden forzar a quienes están a ese nivel a cambiar las cosas. ¿Es esto lo que está ocurriendo en el contexto madrileño? ¿Quién está perdiendo más a lo largo de este proceso? Los y las profesionales pierden una parte importante de su sueldo, invirtiendo también muchas fuerzas y energías en esta lucha; las vecinas y vecinos ven cada vez más limitado el acceso a los cuidados médicos, y las dificultades e incertidumbre continuadas hacen que pierdan la confianza en el sistema público y que, quienes puedan, busquen otras alternativas. Al mismo tiempo, el agotamiento, la frustración y la rabia acumulada en muchas ocasiones va contagiando las relaciones, tanto entre diferentes profesionales (una huelga sólo de médicxs, ¿en qué lugar deja a enfermería, a administrativxs, a auxiliares, a fisioterapéutas, a trabajadorxs sociales, al personal de limpieza? ¿cómo situarse frente a un proceso capitaneado por quienes siempre hemos tenido más poder y reconocimiento dentro de los centros?¿la única opción es sumarse o es posible construir algo conjunto?) como entre profesionales y ciudadanía (reforzando los mantras sobre que la culpa es de "la gente" que consulta por cualquier cosa, o busca engañar para conseguir lo que quiere (sobre todo cuando hablamos de bajas laborales), como si esa fuera la clave principal del problema).

Tanto profesionales como vecinos y vecinas estamos perdiendo mucho. ¿Y el gobierno regional, responsable de la organización sanitaria? ¿Qué es lo que está perdiendo? Puede que algunos votos de cara al futuro, sí... Pero al mismo tiempo está sabiendo crear una narrativa sobre lo que está pasando, que incluso le puede estar favoreciendo: médicos comunistas que no quieren trabajar, y que lo que quieren es solo dinero, más dinero. Mientras tanto, la degradación de la atención en los centros de salud, la sobrecarga en los servicios de urgencias, el distanciamiento e incluso la fractura que pueda ir surgiendo en los equipos profesionales, entre estos y la población, el agotamiento que lleva a buscar (aunque sea de manera ilusoria) en la sanidad privada la atención que cada vez es más difícil de encontrar en la pública... ¿Todo esto no refuerza su línea de trabajo, desarrollada desde hace años, de desmantelamiento de la sanidad pública y de manera más específica de la Atención Primaria? Porque está claro que el modelo sanitario de quien está al frente del gobierno madrileño no es el una Atención Primaria fuerte, accesible, con atención continuada, integral y coordinada con otros ámbitos. Desde hace mucho se han empeñado en desmontar los avances que se habían realizado en este sentido, fragilizando los equipos, limitando los recursos, acabando con los espacios de participación y control ciudadano que permitían ofrecer una atención más adaptada a las realidades de cada barrio o pueblo

Con esto no quiero decir que la huelga no tenga sentido. En la primera fase, en noviembre y diciembre, dio muchos frutos que creo que fueron importantes: sirvió para atraer el foco sobre la situación de la Atención Primaria, para generar una mayor cohesión dentro del colectivo médico y establecer puentes con el movimiento ciudadano organizado, generando espacios de reflexión muy interesantes que pueden abrir vías para continuar caminando colectivamente

Pero, ¿y ahora qué es lo que toca? No es nada fácil saberlo, la verdad. Pero sí que creo que hay que darle de alguna manera la vuelta a la tortilla. Para quienes llevan tanto tiempo desarticulando el sistema público de salud, que nos paremos, que "dejemos de hacer", puede ser incluso un regalo, sobre todo porque no tienen ningún escrúpulo para tergiversar las cosas y manipular construyendo una narrativa que beneficie su proyecto de privatización de la atención sanitaria. Su proyecto es justamente ese, que dejemos de hacer para que hagan otras, principalmente empresas del ámbito privado. Y además nos encontramos con que lo que dejamos de hacer cuando paramos es lo realmente importante, lo que constituye la base de la Atención Primaria en su triple dimensión de prevención, cuidado y promoción de la salud, mientras que no hay manera de escapar de tareas burocráticas enfocadas no en las personas, sino en el mantenimiento del sistema productivo. 

Dedicamos mucho tiempo y energías identificando y tratando de explicar las cosas que no corresponde hacer en las consultas de Atención Primaria. Y es importante, claro que sí, pero creo que debemos dedicar más energía a explicar lo que sí que hacemos o deberíamos hacer, de manera que podamos comunicar sobre las claves esenciales de nuestro trabajo y por qué las priorizamos. Dejar claro que, si no hay tiempo para todo, es más importante atender adecuadamente a una paciente inmovilizada que valorar en profundidad si hay que dar una baja (y si no tengo tiempo para valorar en profundidad lo de la baja, tocará confiar en lo que me diga la persona y hacer la gestión en el menor tiempo posible). Presentarnos en positivo, desde lo que hacemos, no desde lo que dejamos de lado, para hacer frente a ese discurso que construyen desde la  Consejería de Sanidad presentándonos como vagxs y aprovechadxs.


Avanzando en esta línea, es clave recordar que además de la atención en consulta es fundamental trabajar de manera activa para reducir las distancias que se han ido ensanchando entre diferentes profesionales y entre estxs y la ciudadanía. Buscar maneras de profundizar los diálogos, de transformar las prácticas (por ejemplo replanteando el trabajo de las unidades administrativas, reconociendo el importante papel que juegan y pueden jugar) , de generar encuentros, de promover el reconocimiento mutuo que nos permita ser y hacer de manera colectiva, sumando por el bien común. Por de pronto, el próximo 12 de febrero vecinas y vecinos de barrios y pueblos de Madrid han convocado una nueva manifestación que espera seguir los pasos de la celebrada en noviembre. ¿Cómo nos preparamos para hacerlo posible?

¿Y con "lxs de arriba" qué hacemos? Pues quizás hacer lo mismo que hacen con nosotrxs... Ignorarles. Pero ignorarles de manera activa, haciéndolo públicamente cuando sea menester (dando la espalda, manteniéndonos en pie, etc.), y dejando de participar en los proyectos, programas y planes que desde arriba se diseñan y que no aportan nada en la práctica cotidiana. Meter todo el tiempo y la energía en construir desde abajo, en horizontal, con compañerxs y vecinxs, dinámicas de cuidado mutuo y de la salud que tengan sentido y den realmente fruto para todas y todos. 

Pero entonces, ¿huelga sí o huelga no? Pues cada cual tendremos que ver, dependiendo cada contexto y realidad concreta. Si sirve para construir desde donde estamos, para construir vínculos y acción colectiva, bienvenida sea. Si lo que hace es distanciarnos de la población o de compañerxs de nuestros centros, pues lo mismo la energía hay que ponerla en hacer lo que haya que hacer para sumar y no restar. Eso es lo esencial. ¿O no?


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