2 nov 2011

Deprimente

Como siempre, resulta muy interesante leer postPsiquiatría, y especialmente sugerente y cuestionador es su escrito ¿Antidepresivos deprimentes?, por lo menos desde mi experiencia en atención primaria y personas con problemas de adicción a drogas ilegales. Ahí van algunos párrafos del final (para quién quiera leerlo entero antes de fastidiar el desenlace, que vaya al enlace de arriba):

"Cada vez más estudios y metaanálisis independientes encuentran que los antidepresivos no son más eficaces que el placebo en depresión, excepto en las más severas. Y, dado el argumento fácil de muchos profesionales de "yo veo que los pacientes mejoran", hay que señalar que estos trabajos no dicen que los antidepresivos no funcionan. Lo que dicen es que funcionan igual que el placebo. Pero sin efectos secundarios ni costes, claro.

Distintos trabajos, que hemos dejado enlazados a lo largo de la entrada, hablan del riesgo del consumo de antidepresivos (aparte de sus ya conocidos, pero muchas veces minusvalorados, efectos secundarios) en lo referente a la aparición de cuadros depresivos crónicos y resistentes, como consecuencia del tratamiento a largo plazo, o bien de aumento en la frecuencia de recaídas con la interrupción del tratamiento, una vez que el paciente ya lo ha tomado.

Entonces, ¿qué hacer? Si prescribimos un antidepresivo y lo retiramos, el paciente puede recaer. Si no lo retiramos, puede cronificarse... A no ser que lo que hagamos sea no prescribir un antidepresivo. No mandarlo en todos esos casos de depresiones leves o moderadas, de distimias, de trastornos inespecíficos de ansiedad, de personalidad, de duelos o problemas vitales... Cuadros todos ellos donde parece dudosa la evidencia de que realmente sirvan para algo.

Y también, ante el argumento de que los pacientes vienen con sus quejas y algo hay que hacer, igual deberíamos recordar que la primera regla en medicina era primum non nocere. Lo primero, no dañar. Si no tenemos fármacos razonablemente útiles y realmente seguros para todas las depresiones no severas (es decir, para todo lo que no sea melancolía, la cual es relativamente poco frecuente), entonces no habrá que usar fármacos de utilidad dudosa y seguridad cuestionable (por no hablar hoy del coste que, la verdad, nos parece secundario ante la preocupante información que parece desprenderse de los artículos que hemos comentado). Habrá que devolver a esos pacientes la responsabilidad en sus vidas y no buscar depresión donde hay malestar. O bien, habrá que aprender y aplicar psicoterapias de apoyo, allí donde sean necesarias y puedan ser útiles, siempre dentro de las posibilidades de nuestro sistema público de salud (cada vez más limitadas, es cierto, pero imagínense si sólo la mitad de todo el coste anual de los ISRS en este país se destinara a implementar recursos de psicoterapia breve de apoyo -breve como sinónimo de no cronificadora-)."


Otro aporte posible, más allá de las psicoterapias: ¿Porqué no plantearse procesos de transformación social que nos permitan enfrentar y asumir nuestra responsabilidad y capacidad individual y colectiva? Porque cuando la causa de tantas de estas situaciones y "cuadros" se relaciona con la manera de organizarse de la sociedad, con procesos tan "enfermantes" como el paro, la soledad, la incomunicación, la impotencia o incapacidad para tomar las riendas de la propia vida... ¿Las soluciones no tendrían que apuntar más lejos, hacia los famosos determinantes sociales en salud, sin olvidar, claro está, las necesidades personales de autorealización?

1 comentario:

  1. Gracias por la referencia a nuestro trabajo y totalmente de acuerdo con tu reflexión final. Cuando la causa del malestar, como ocurre muchas veces, es social (paro, miseria, marginalidad...), el enfoque de tratamiento individual, ya sea psicofarmacológico o psicoterapéutico es, en el mejor de los casos, un parche y, en el peor, un engaño.

    Parche o engaño que no deja de desempeñar su papel en el mantenimiento del (cada vez más lamentable) status quo existente. ¿Qué revolución vas a buscar si la causa de tu desgracia es un neurotransmisor, una distorsión cognitiva o un trauma infantil que no recuerdas...?

    Un saludo.

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