Una de las cuestiones más complicadas cuando te mueves en entornos de poblaciones excluidas es hacer entender que lo que les ocurre no es algo "al margen", sino que está conectado con las dinámicas estructurales que atraviesan nuestras sociedades, y por tanto con lo que somos y vivimos quienes nos colocamos bajo el ficticio paraguas de lo "normal". Además, estas situaciones de exclusión se llevan en algunos casos tan al extremo que terminan desvelando cuestiones que desde otros ámbitos resultan confusas o se intentan ocultar, quedando mucho más claras frente al negro sobre blanco ofrecido por las realidades identificadas como "marginales".
Esto me hacía pensar Sebastián Mora cuando presentaba algunas reflexiones a partir de su estudio "Voces insólitas. La participación de las personas en proceso de exclusión en el Tercer Sector de Acción Social como espacio político". No hablaba solo de participación, ese gran fetiche del que tanto se habla pero en el que cuesta tanto aterrizar de manera concreta y eficaz, sino que señalaba como, desde la experiencia de quienes viven en pobreza y exclusión, el poder participar choca con modelos habituales en la intervención social sobre los que es necesario reflexionar. Por ejemplo, señalaba las cuestiones de la autonomía y la vulnerabilidad. La vulnerabilidad aparece casi siempre como una dimensión clave de quienes acuden a las entidades sociales, algo que tienen que dejar atrás, marcando un camino hacia una autonomía entendida sobre todo en el ámbito personal, individual. De esta manera, según nos contaba Sebastián Mora, la vulnerabilidad, que es algo constitutivo del ser humano, deja de ser un punto posible de conexión, de reconocimiento mutuo ("todxs somos vulnerables", ¿no lo somos tú y yo?) en torno a lo que poder construir y reforzar dinámicas de interdependencia, de apoyo mutuo, para convertirse en algo a evitar, a esconder para poder perseguir un modelo de autonomía e independencia que tiene mucho de invisibilización y ocultamiento de los cuidados que lo hacen posible.
Pero esto no ocurre solo en ámbitos de exclusión social. También permea muchos otros ámbitos, y de manera muy concreta en el ámbito de la salud, sobre todo en el ámbito sanitario, donde sigue primando la mirada sobre el individuo y el tratamiento de lo síntomas (manifestación de las "vulnerabilidades") que debilitan su funcionamiento habitual en el día a día, con el fetiche de la "autonomía" como algo a alcanzar o recuperar, sin mirar más en profundidad.



