26 nov 2018

El empoderar ¿se va a acabar?

Venga, que el empoderamiento mola. Hay que empoderar todo lo que se pueda, es la receta mágica sobre todo cuando hablamos de procesos participativos, comunitarios o como queramos llamar a todos esos proyectos en los que echamos la vista más allá de nuestro círculo cercano y descubrirmos a esas otras u otros cuya situación nos empuja a la acción para mejorarla. ¿Qué tipo de acciones? Pues acciones que empoderen, está claro... ¿no?

Con un termino tan de moda, no está de más revisar qué es lo que signfica, porque este significado va a determinar nuestro enfoque y nuestras acción. Y en este sentido es muy interesante seguir la línea que marca Consuelo Chapela, referente mexicana en promoción de la salud, en varios de sus escritos. Así, señala que según la RAE, el empoderamiento iría en la línea de:
  • Dar poder a otra para que la represente en juicio o fuera de él.
  • Poner algo en poder de alguien o darle la posesión de ello.
O si lo queremos traducir del ingles: 
  • Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido.
La idea, en todos estos casos, es clara: empoderar se refiere a alguien que por sus propias razones y con sus propios medios o fines, decide dotar a otra persona o grupo de algo que ella posee y la otra persona o grupo no, estableciendo así una relación en la que una parte es activa e independiente y la otra pasiva y dependiente.

Sin embargo, "empoderar" se relaciona en castellano con otro verbo que no resulta tan simpático: "apoderar". Este verbo está más cercano del concepto de autonomía, en el que el sujeto es un agente activo que se dota a sí mismx y recupera algo que era suyo en primera instancia. Volvemos a recuperar definiciones de la RAE sobre este termino:
  • Hacerse dueño de algo, ocuparlo, ponerlo bajo su poder. 
  • Hacerse poderoso o fuerte; prevenirse de poder o de fuerzas.
Se nos hace raro plantear que los grupos sociales desfavorecidos deben "apoderarse" de que era suyo y se les ha arrebatado, ¿no? Suena amenazador en cierta manera... y lo es, ya que pone en cuestión los privilegios y el estatus de quienes podemos tomar decisiones que les afectan. Trabajar por el empoderamiento refuerza nuestro rol y posición como transmisores y reforzadores de una capacidad de acción que de alguna manera seguimos tutelando. Generar las condiciones para que quienes se han visto más afectadas por las dinámicas de desposesión del sistema capitalista en el que vivimos (desposesión de recursos, capacidades y conocimientos ejercida que viene de lejos, pero cada vez más marcada y machacante) puedan decidir qué se les ha quitado y tienen derecho a recuperar, organizándose para ello... eso cambia las reglas del juego. Por eso mismo nos lleva a lugares verdaderamente transformadores, mucho más inseguros y esperanzadores al mismo tiempo.

Aunque tampoco con esto vamos a inventar nada... No es algo muy diferente del "poderío" del que se habla en el flamenco, siempre relacionado con un saber hacer muy concreto, con un movimiento de dentro afuera que llena la escena con una presencia plena que no se deja dominar. Una reivindicación de lo que pese a todo no se puede arrebatar: la dignidad del ser humano cuando se encuentra con lo que es y siente. ¡Qué arte! ¡Qué poderío!

Empoderar. Apoderar. Poderío. Parece lo mismo. Pero no lo es. Ni mucho menos.


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